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Entrevista:SOCIOLOGÍA

Andrew McLaughlin: "El voto por Internet es todavía una mala idea"

Abogado y consejero del ICANN, Andrew McLauglin exige a los gobiernos conocimientos tecnológicos antes de legislar. "Las regulaciones técnicamente estúpidas representan uno de los peligros más grandes para Internet"

Maribel Marín Yarza

Andrew McLaughlin es investigador de la Universidad de Harvard y consejero del ICANN, la organización internacional que regula el funcionamiento de Internet. Abogado de formación, está considerado como uno de los máximos expertos del mundo en aspectos jurídicos y técnicos de la Red. Participó en la Semana de Ciencia y Tecnología y ofreció en San Sebastián una conferencia en la Escuela de Ingenieros de la Universidad de Navarra. Esta semana acude a un congreso en Bilbao.

Pregunta. ¿Cree posible una autoridad mundial para controlar los contenidos de Internet?

Respuesta. Es imposible si no hay consenso. En temas como la pederastia, bastaría con coordinar a los países que ya tienen una legislación para tratar de erradicarla; pero no existe una uniformidad de criterios en temas como el discurso nazi o la pornografía. Se tiende a pensar en el ciberespacio como una tierra mágica, que flota sobre los países y tiene sus propias reglas; pero los humanos vivimos en países, igual que las empresas. Y las máquinas que hacen posible Internet también están en países en los que hay legislaciones distintas.

"No existe una uniformidad de criterios en muchos asuntos para poder pensar en una autoridad mundial sobre los contenidos de Internet"
"Ataques al ordenador ocurren cada día. Lo importante es que los gobiernos se lo tomen en serio e inviertan en protección; pero exige que todo el mundo implante esos sistemas"

P. ¿El caso Yahoo! es un ejemplo?

R. Es un ejemplo excelente para ilustrar el conflicto entre ley e Internet. El año pasado un juez francés sentenció que Yahoo.com tenía que bloquear las subastas de material nazi para sus internautas franceses, porque está prohibido en este país. Pero Yahoo.com alegó, avalada por la Justicia, que era una compañía norteamericana y que podía vender ese tipo de productos. ¿Es posible identificar a los usuarios franceses? No al 100%. Es fácil simular ser un usuario de otro país. Mi tesis es que no se podrá solucionar ese conflicto si no se entiende la tecnología de Internet. Me gustaría que los gobiernos hicieran juicios democráticos a favor de la libertad de expresión; pero el principio de autogobierno es increíblemente importante y tengo que respetar el derecho de distintos países a hacer diferentes juicios y a legislar según su idiosincrasia.

P. ¿Por dónde pasa entonces la solución?

R. Primero, los gobiernos y quienes hacen las leyes tienen que conocer bien la tecnología y sentarse con los técnicos. Porque las regulaciones técnicamente estúpidas de los ejecutivos representan uno de los peligros más grandes para Internet. Y además, los gobiernos deben cooperar entre ellos donde coincidan sus principios. En algunas áreas será imposible. EE UU, por ejemplo, nunca podrá hacer restricciones a la libertad de expresión porque es un valor sagrado de su Constitución.

P. ¿Eso significa que el mundo tendrá que asumir los principios de EE UU?

R. La respuesta es no. Ahí está el ejemplo de China, que bloquea sin admitirlo determinadas webs; o de Arabia Saudí, que es tremendamente explícito: tiene una lista de webs antiislámicas y advierte de que está prohibido el acceso.

P. Hay denuncias de pérdida de libertades y privacidad en Internet desde el 11 S. ¿Está de acuerdo?

R. No, que yo sepa. La gente se pregunta cuánto espionaje hay hoy en la Red; pero no ha habido restricciones en lo que pueden hacer los internautas.

P. ¿El Gobierno de Bush tiene una preocupación extrema por el ciberterrorismo?

R. Los ataques a los ordenadores ocurren cada día. Lo importante es que los gobiernos se lo tomen en serio e inviertan dinero en protección operativa y también en investigación sobre seguridad. Pero requiere que todo el mundo implante esos sistemas. Si tu ordenador es inseguro, no importa qué haga yo. El mío puede ser víctima.

P. ¿Es hoy técnicamente posible celebrar unas elecciones por Internet?

R. El voto por Internet es todavía una mala idea. En el ICANN se hizo una votación en la red en 2000. No se buscaba un 100% de perfección, porque esta organización no es un Gobierno; pero una democracia no se puede permitir ningún fallo. No hay un medio físico de verificar si el ordenador está contando correctamente los votos, ni de comprobarlo después de las elecciones.

P. ¿Cuándo será posible?

R. No lo sé, pero los investigadores me han convencido de que el camino es crear una máquina de votos electrónicos que registre en papel el voto. En cualquier caso, sigue existiendo el problema de que cualquier voto en Internet puede ser interceptado y eso es inaceptable en democracia.

P. ¿Es seguro el comercio electrónico?

R. ¿Un 100%? No; pero es más seguro que utilizar la tarjeta de crédito en un restaurante.

Agua, comida, pero también tecnología

Andrew McLaughlin lleva tiempo investigando lo que para otros puede resultar chocante: el desarrollo de infraestructuras tecnológicas para impulsar la expansión de Internet en los países en vías de desarrollo. En los últimos tiempos ha centrado su trabajo en buscar soluciones para integrar el continente africano en la Red. "La gente mira con recelo y se lleva las manos a la cabeza cuando oye hablar de este proyecto. Se cree que es más urgente responder a las necesidades más acuciantes, cubrir las necesidad básicas, como el agua, la comida o la sanidad", continúa. "Pero si preguntas a los africanos te responden que también necesitan estar comunicados. No están dispuestos a quedarse 100 años atrás". En su opinión, Internet es tan importante para los africanos, como para los españoles.

Pero la implantación de Red de redes en ese continente no constituye una tarea fácil, al menos por el momento. Hoy por hoy los obstáculos son muchos y además estructurales. "Lo que África necesita del desarrollo de Internet es simple y complicado al mismo tiempo. Se necesita educación, interconexión e infraestructuras entre los países".

En la actualidad, los proveedores africanos de Internet son independientes y sus ordenadores servidores se conectan a través de satélite con el resto del mundo. "Esto hace que las conexiones sean más caras que en Europa", asegura el experto, "y, a su vez, dificulta el desarrollo de Internet". ¿Por dónde pasa la solución? McLaughlin cree que la clave está en que surjan otros proveedores y se conecten entre ellos para desterrar los satélites y abaratar los costes. Se trata de que África, una de las zonas más pobres del mundo, no pague más por el mismo servicio que los países industrializados.

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