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Crítica:CRÍTICA | DANZA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Concepto y emoción

A veces el arte tienes estas cosas, casualidades que coinciden tanto en la intención como en el tiempo. En La voz del silencio, la coreógrafa y bailarina Eva Yerbabuena (para nuestra vergüenza, más conocida en los circuitos internacionales que en nuestro país), se propone bailar, nada menos, la historia de un amor imposible entre una mujer en estado de coma profundo y su amante. Suena a Almodóvar, pero esta artista es algo más seria. Primero por la radicalidad de una arriesgada propuesta conceptual que se pone todo lo más difícil posible a fin de obtener una cierta superación. Pero también por el arrojo que supone subirse a un escenario en un papel de cuya experiencia real apenas si se sabe casi nada, y por la mezcla de un origen de hondas raíces flamencas que intenta salidas creativas de urgencias sin caer en la perita en dulce del multiculti apto para todos los públicos.

La voz del silencio

Por el Ballet Flamenco de Eva Yerbabuena. Intérpretes, Eva Yerbanuena, Patrick de Bana, Edu Lozano, Rubén Olmo. Coreógrafo invitado, Patrick de Bana. Música, Paco Jarana. Coreografía y Dirección artística, Eva Yerbabuena. Dirección escénica, Hansel Cereza. Teatro Principal. Valencia.

Que el estado de coma pueda manifestarse mediante la exasperación del movimiento, sin que ello suponga saltarse a la torera las claves que inspiran el proyecto, es algo que no carece de mérito, puesto que los reúne casi todos, y ese talento de mucho riesgo debe anotarse en la cuenta de Eva Yerbabuena, nacida en Francfort de emigrantes españoles hace una treintena de años, circunstancia donde la pesadumbre se alió con la suerte de gozar de expectativas escénicas más estimulantes. También Hansel Cereza, el director escénico, uno de los históricos de La Fura dels Baus, tiene que ver con el buen puerto al que arriba una propuesta en principio descabellada. Pero, sobre todo, hay que ver la solvencia creativa de la Yerbabuena para apreciar en todo su talento el uso de las manos y una intensidad de movimiento donde la verdad encuentra su lugar de residencia.

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