"Ataco cuando soy atacado"
Fue padre a los 16 años y capitán de la selección argentina a los 22. Roberto Fabián Ayala, de 29 años, entroncó pronto con la tradición suramericana del central duro, seco, sin concesiones. En su tercer curso en el Valencia, Ayala infunde respeto. Pero el domingo se mide en Mestalla a uno de los delanteros que más le ha sacado de sus casillas: Makaay, del Deportivo.
Pregunta. ¿Es cierto que llegó a jugar con su padre en el San José?.
Respuesta. Sí. Formamos pareja de centrales. Él, con 35 años, hacía más de libre; y yo, con 15, salía más a buscar la pelota. Mi padre era temperamental, tenía un salto muy parecido al mío y, de cabeza, hacía muchos más goles que yo. Él se pone a contar y dice que siempre se peleaba.
"Pasarella me dijo que tenía que ser el capitán de River porque luego lo sería de la selección"
"Siempre me gusta enfrentarme a estos delanteros que quieren guerra, como Luque"
P. ¿Quién daba más patadas?
R. No, yo era pequeño. Me tocaba recibir más en esa época que dar. Me fui haciendo poco a poco con los golpes. Tuve dos conmociones cerebrales, una de un codazo y otra de un puñetazo. Mi padre me transmitió la seriedad y el amor que se le pone a cualquier cosa.
P. En su familia todos son centrales. Su padre, su abuelo, su hermano Christian... ¿Es algo genético?
R. Creo que sí. En Paraná, mi ciudad, yo era el hijo de. Y me ponían donde jugaba mi padre. Siempre ahí. Probé y me gustó. Nunca jugué en otra posición.
P. El diario Clarín lo definió a usted como un morochito de baja estatura rechazado en el Ferrocarril Oeste.
R. Me rechazaron porque no había lugar en la pensión y mis padres no tenían dinero para pagarla. Después sí me quedé.
P. ¿Ha tenido complejo de central bajito [mide 1,77 metros]?
R. No. Al tener un buen juego aéreo y ser rápido, me permite enfrentarme a delanteros grandes.
P. ¿Se entrena su tremendo salto?
R. Depende de las fuerzas que tenga en las piernas. Es algo natural: soy explosivo, tengo fibra rápida. El trabajo de correr continuo me cuesta mucho más. En cambio, todo el trabajo corto y rápido lo hago bastante bien.
P. ¿Qué delantero de la Liga le ha dado más problemas?
R. Raúl me gusta. Con Crespo e Inzaghi, aparte de muy buenos movimientos, son jugadores que tienen como un imán en el área: el balón siempre les cae. Y después Ronaldo, que es veloz y técnico a la vez. Pero no es el mismo de antes, aunque pueda llegar a serlo.
P. Usted es muy agresivo dentro del campo.
R. Me caliento muy fácil. Insulto cuando soy insultado y ataco cuando soy atacado. Me molesta que me carguen dentro del campo. Hay un duelo ahí dentro que quiero ganar como sea. Pero esto lo he mejorado con los años: me controlo más.
P. ¿Le gusta intimidar?
R. Eso era antes. Hoy viene un chaval de 18 años y no es que te va a respetar, al contrario. Me gusta marcar el territorio.
P. ¿En cada equipo debe haber alguien que haga eso?
R. Es bueno que en cada línea haya un hombre que diga 'por acá no se pasa'. Que sea un caudillo. Sería lo ideal. Por ejemplo, Simeone en el centro del campo. Siempre me gusta enfrentarme a estos delanteros que no se arrugan, que quieren guerra, como Luque [del Deportivo].
P. ¿Y no se ha arrepentido de alguna de sus entradas?
R. Tengo la suerte de que nunca lesioné a nadie. El codazo nunca lo tiro.
P. A Makaay le dio uno en la Supercopa.
R. Eso no fue un codazo. Sabía que él venía detrás, lo empujé y le toqué la cara en vez del pecho. Yo cuando salto, me protejo. Y si se fijan, siempre salto antes que el contrario. Ahí está mi secreto. Así, cuando él salta, yo puedo apoyarme.
P. Por el suelo, en cambio, sí que reparte...
R. Me tiro a barrer el balón. Por supuesto que al hombre seguro que le voy a tocar. Pienso que en ese momento me va a hacer gol. Camino del vestuario, miles de veces le he dicho: 'disculpa por la entrada'. Ahí se acabó todo. Estoy en contra de rearbitrar los partidos.
P. Ese sería un código muy argentino.
R. Mi padre me contaba que, antes de un partido, él tenía un pique con un delantero de estos jodidos a los que también les gustaba la guerra, e iban al árbitro y le decían 'hoy déjanos jugar. No pongas amarilla. Si él recibe, callado; y si yo recibo, callado igual'. Y luego terminaban con cuatro puntos en la cabeza.
P. ¿Ha notado que un delantero le tuviera miedo?
R. No. Pero sí utilizo las miradas y los gestos para decir 'eh, ¿qué pasa acá?'
P. Cañizares es su mejor amigo en España. ¿Será porque a los dos les duele tanto perder?
R. Es por muchas razones, pero sí, si pierdo, paso dos días muy mal. También tenemos negocios juntos y nos gusta invertir el dinero.
P. ¿Y son los capos del vestuario?
R. No. No me gusta mandar. Me gusta tener una palabra justa y ser respetado. En casa sí, con mis hijos sí me gusta mandar.P. ¿El Valencia tiene un vestuario maduro?
R. Los jóvenes están muy bien encaminados. Yo siempre me he fijado en chicos más grandes. Me tocaron miles de cosas por las que maduré muy pronto. Tengo una hija de 12 años. Y eso lo transmitimos. Aquí no hay estrellas, pero sí algunas que lo serán. Baraja, Aimar y Vicente pueden llegar a pelear un Balón de Oro. La fuerza es el grupo.
P. ¡Pues vaya bronca le pegó usted a Pellegrino en el pasado partido del Calderón ante el Atlético!
R. El Flaco me conoce y sabe que no lo hago con mala fe. Es muy difícil, con las pulsaciones tan altas, hablar pausadamente. Si él me lo hace, yo también me quedaré callado, como hizo él.
P. ¿Por qué fue capitán de la selección argentina con tan sólo 22 años?
R. Daniel Pasarella me dijo que tenía que ser el capitán de River Plate porque luego lo sería de la selección. Y así fue. Me sentía incómodo, estuve a punto de negarme, porque había gente en River mucho más veterana que yo, como Francescoli, pero él es muy humilde y me apoyó. En la convocatoria de Bielsa, en el 98, me eligieron capitán los compañeros.
P. ¿Qué pasó en Corea y Japón?
R. Nunca había estado mejor físicamente. Pero me lesioné. Quizás llegamos cansados, pero soy de los que prefiere jugar 60 partidos con mi club y si me tengo que lesionar, me lesiono.
P. Sin embargo, no ha ganado nada con Argentina.
R. Es la espina que tengo clavada.
P. La Federación española le retiró su pasaporte italiano. ¿No teme que lo sancionen con dureza como a Bruno Marioni?
R. Los papeles están bien. No han probado nada. Sé que mi antepasado italiano es de cerca de Nápoles.
P. Cuando navega por la página web del Valencia, ¿qué le dicen los aficionados?
R. No se lo creen. Les respondía desde Japón y no se creían que fuera yo hasta que lo dije públicamente.
P. ¿Le gusta que la gente le renozca por la calle?
R. Sí, aunque a veces piensan que soy muy serio y no se acercan. Me dan vergüenza los halagos.
P. ¿Se ha comprado la casa en la que vive?
R. Sí, es muy difícil que vuelva a Argentina. Mis hijos se han adaptado muy bien. Tengo mucha seguridad acá. Acabaré contrato con 32 años y espero seguir.
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