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Reportaje:La tragedia persigue al cuadrilátero | BOXEO

Muerte y droga en el 'ring'

El púgil argentino Daniel Espíndola fallece en un combate y, días después, aparecen en su vestuario dos bolsas de cocaína

El boxeador Daniel Espíndola, de 25 años, falleció el pasado mes en un cuadrilátero tras el combate que le enfrentó por el título argentino de la categoría supergallo a Fabio Oliva. Espíndola se desplomó en la lona ante la conmoción de los cientos de espectadores que presenciaban la pelea. Días después trascendió que entre las pertenencias que dejó en el vestuario se hallaron dos bolsas de cocaína. ¿Fue un cóctel de drogas y golpes lo que acabó con Espíndola?

La trágica muerte del boxeador argentino engorda una estadística luctuosa. Este año ya han fallecido cinco púgiles, alguno de ellos con cierto prestigio dentro del boxeo, como el panameño Pedro Alcázar, que el pasado junio murió en Las Vegas (EE UU) a los 27 años tras un combate en el que defendía su título mundial supermosca ante el mexicano Fernando Montiel, quien se mostró consternado cuando conoció la noticia: "Me siento culpable. Al principio no me lo podía creer, me puse a llorar y a rogar a Dios por su eterno descanso".

Espíndola, Alcázar, Hugo Guzmán, Manuel Zayas, Yoshijiro Irei. Todos fallecidos como consecuencia de los golpes recibidos en un cuadrilátero durante 2002. Unos más conocidos que otros. Conocido, y mucho, era el americano Gerald McClellan, quien murió en febrero de 1995 tras una feroz batalla ante el inglés Nigel Benn por el campeonato del mundo del peso supermedio. Ni McClellan ni Alcázar fallecieron en un improvisado cuadrilátero de Tailandia o algún país de Europa del este, donde se organizan veladas clandestinas, incluso entre niños y niñas. Ambos boxeadores murieron en países civilizados, después de participar en combates sujetos a las normas de organismos reconocidos, como el Consejo Mundial de Boxeo (CMB) o la Organización Mundial de Boxeo (OMB).

Múltiples casos

Otros púgiles han tenido más suerte. El inglés Paul Ingle entró en coma tras un combate ante el surafricano Mbulelo Botile en diciembre de 2000. A Ingle tuvieron que extraerle un coágulo de sangre de su cerebro tras una dura pelea por el título mundial del peso mosca celebrada en Sheffield (Inglaterra). Ingle no era un cualquiera en el mundo del boxeo. Aquel infausto día en que casi muere defendía su corona mundial. Lo que se sabe de Ingle es que nunca más podrá pelear. Y tampoco volverá a hablar.

Hablar le cuesta un mundo al que fuera rey de los pesos pesados, Muhammad Ali, quien sufre Parkinson, una enfermedad del sistema nervioso que afecta a las zonas del cerebro encargadas del control y coordinación del movimiento. David Remmick se pregunta en su libro biográfico El Rey del mundo cómo estarán o acabarán los miles de púgiles de segunda fila si Ali, "el más grande, el más técnico, el más inteligente", está como está.

Pernell Whitaker fue considerado uno de los mejores de la década de los noventa. Fue campeón olímpico en Los Ángeles 84 y posteriormente, ya como profesional, campeón del mundo en varios pesos. El pasado marzo el boxeador americano, de 38 años, fue hospitalizado por una sobredosis de cocaína, droga que le ha sumido en la miseria y a punto ha estado varias veces de dar con sus huesos en la cárcel. De drogas sabe mucho el madrileño Poli Díaz, quien se enfrentó a Whitaker por el título mundial del peso ligero en junio de 1991. De Poli cada historia que se cuenta es más triste que la anterior. Pasados sus días de gloria, la vida de este boxeador que llegó a lo más alto a base a pundonor y agallas, se convirtió en una lucha diaria contra la marginalidad y los estupefacientes. Otro español, el sevillano Faustino Reyes, medalla de plata en los Juegos de Barcelona, también cayó en la droga. Ahora, rehabilitado, dirige una escuela de boxeo en su pueblo, Marchena. "Llegué a gastarme 40 millones de pesetas en un año y medio por culpa de la droga", ha dicho Reyes.

El argentino Julio César Vásquez, ex campeón del mundo de superwelter, vive en la más absoluta pobreza. "Gané un millón de dólares con el boxeo, pero me lo gasté todo en fiestas. Vivía a todo tren", afirmó Vásquez. Otro célebre boxeador, el norteamericano Meldrick Taylor, medalla de oro en Los Ángeles 84 y luego, como profesional, campeón del mundo varias veces en el peso superligero y welter, fue noticia hace unos meses por agredir a su esposa.

Mientras salen a relucir todos estos casos, el principal organismo del boxeo, el Consejo Mundial del Boxeo (CMB), agoniza. Un jurado de Nueva York dictó hace unos días una sentencia a favor del boxeador ex campeón del mundo, también ex presidiario, Gracciano Rocchigiani, que demandó al CMB porque éste le había despojado de forma extraña de su título mundial. El CMB ha sido condenado a indemnizar con 30 millones de dólares a Rocchigiani. José Suleimán, presidente de mencionado organismo, ha anunciado que éste está abocado a la quiebra, pues carece de fondos.

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