"La poesía es algo que se escapa para quien la escribe"
Tras 14 años de silencio poético, Francisco Bejarano (Jerez, 1945) retoma el verso con un nuevo libro, El regreso. Un título que viene a sumarse a otros como Transparencia indebida, Recinto murado o Las tardes, que le valieron un lugar de prestigio entre los nombres de la llamada generación del 70.
Pregunta. ¿Cuál ha sido el proceso de escritura de El regreso?
Respuesta. Hay algunos poemas, cuatro o cinco, que ya tienen años. El resto fue escrito entre noviembre y diciembre del año pasado. Yo suelo publicar libros de tarde en tarde, pero en muy poco tiempo.
P. ¿Qué circunstancias especiales han propiciado éste?
R. Normalmente no me apetece escribir poesía. Pero en la vida de las personas hay momentos de reconsideración, de reflexionar un poco. Quizá porque ha pasado algo malo, o como mínimo desagradable, o porque llega un momento en el que sientes que tienes que pensar en tu propia vida. Ésas son las únicas veces en que me siento inclinado a escribir.
P. ¿Cómo siente que ha cambiado el poeta Bejarano desde Las tardes?
R. No sabría decirlo con claridad, la poesía es algo que se escapa para quien la escribe. Al igual que Las tardes, el libro sale en Renacimiento, porque en poesía soy fiel a Abelardo Linares. Perdura la misma sensación de pérdida, acaso más marcada aún. He intentado explicársela a mis amigos como un intento de volver a un pasado que ya no existe, vivir de nuevo determinadas cosas. Es una gran generosidad la que el destino ha tenido conmigo, al permitirme decir en verso cosas que sólo pueden decirse en verso.
P. ¿Se trata, entonces, de un regreso imposible?
R. Sí. Pero al estar escrito, ya tiene vida propia.
P. El hecho es que escribe siempre: ahí están sus recopilaciones de artículos.
R. No he hecho más que una, La torre de marfil. Los demás -Las estaciones, Consolación de melancólicos- son libros pensados como tales, con su propio esquema, aunque fueran saliendo como artículos.
P. ¿Qué mirada puede aportar un poeta a la prensa diaria?
R. Yo intento, y creo que lo consigo, escribir artículos literarios. Procuro no escribir sobre lo que ha ocurrido el día antes, o lo que ha dicho tal o cual político en un determinado momento. Trato de hablar de lo que le pasa a todo el mundo, y no lo escribe. Cuando lees a Wenceslao Fernández Flórez, a César González Ruano o a Julio Camba, te olvidas de que lo que tienes delante son artículos periodísticos.
P. Como articulista, tiene usted fama de provocador. Cada firma suya despierta protestas, cartas al director...
R. No hay ánimo de provocación, aunque parece que nunca voy a poder quitarme ese sambenito. Lo que sucede es que el sentido común, por lo visto, causa escándalo. Yo no me he inventado la unidad de España, pero si hablo de ella en un artículo me llaman fascista. Si digo que la discriminación positiva es una aberración de la demagogia, lo mismo. Nunca quiero ofender, pero tampoco puedo dejar que un cojo me pisotee con la única pierna que le queda. También hay mucha gente que me telefonea o me escribe cartas privadas para felicitarme por una coincidencia en el punto de vista, pero no suelen escribir cartas al director.
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