La familia Moré
El técnico del Valladolid alineó en Huelva a su hijo, del equipo filial, ante la falta de extremos
Javier Moré (Valladolid, 1982) hizo realidad ayer sueños propios y ajenos al debutar en Primera División con su equipo, el Real Valladolid, y el de su padre, Pepe Moré, que, por azares del destino es su entrenador. La baja de Fernando Sales, el titular de la banda derecha, y la escasez de extremos provocó que Moré, el padre, tuviese que echar mano del filial, y allí se encontró que por la banda derecha lo que había era otro Moré, Javier, el hijo.
A Pepe la situación le impide sonreír con una sonrisa completa. 'Lo dije cuando le convoqué la primera vez y lo digo ahora que ha debutado. A mí me hubiese gustado que Xavi hubiese debutado con otro entrenador en el banquillo, pero tengo una responsabilidad y si considero que el jugador mejor preparado para suplir la ausencia de Sales es Xavi será él quien tenga que jugar', asegura Pepe Moré.
Javier Moré, Xavi, no fue muy consciente de que su padre era futbolista porque se retiró cuando sólo tenía seis años y sólo ha podido ver un partido en el que Pepe Moré marcó un gol, pero desde muy pequeño le daba patadas a la pelota, hasta que entró en un equipo de fútbol sala del colegio y su padre decidió llevarle a los benjamines del Real Valladolid. Recorrió todo el camino de los filiales y finalmente el domingo se plantó en Huelva para debutar en Primera División. Javier tiene poco que ver con su padre como futbolista. Pepe Moré era un medio centro organizador que además colaboraba en la defensa gracias a su envergadura y a su capacidad de sacrificio. Javier tiene un corte mucho más ofensivo, es, en palabras de su padre 'un futbolista con gran profundidad y velocidad'. Eso sí, el partido que menos han comentado padre e hijo fue el del domingo. 'Antes cuando iba a los partidos del filial siempre comentábamos más cosas. El domingo por la noche los comentarios fueron menos, aunque me felicitó y me dijo que había estado bastante bien', dice Javier.
Padre e hijo llegaron a las tres y media de la mañana del lunes a su domicilio. La madre de Javier estaba aún despierta y se abrazó a su hijo. 'Esta vez le ha dado menos bola a mi padre porque el que debutaba era yo y ella estaba más emocionada y nerviosa de lo normal, y además le ha servido para olvidar un poco los malos tragos que últimamente ha tenido', asegura Javier. Con emoción y todo Javier y Pepe se sentaron a ver el partido contra el Recreativo pasadas las cuatro de la mañana. Tampoco entonces el padre fue excesivamente duro con él. Incluso le alabó que pidiera el cambio por calambres para dejar el sitio a otro compañero.
Aunque la comparación es muy lejana, se recuerda lo que ocurrió con Johann y Jordi Cruyff en el Barcelona. 'No se pueden comparar', asegura Javier Moré, 'porque Cruyff fue uno de los mejores jugadores de la historia y su hijo es un buen futbolista, pero no el mejor del mundo. Aquí es distinto, no se magnifican las cosas. Estoy seguro de que si las diese todas picudas a mi padre le dirían que cómo se le ha ocurrido subir a este tío, pero no creo que las cosas sean nunca así'.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.