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GENTE

EL MAYORDOMO Y EL OLVIDO DE LA REINA

No fue el mayordomo. En realidad, no fue nadie. No hubo robo. Y la reina lo sabía desde siempre. Ayer quedó cerrado uno de los casos judiciales más ridículos de la historia de Inglaterra. El que se seguía contra Paul Burrell, el mayordomo de la princesa Diana de Gales. La policía, azuzada por la familia de Diana, le había acusado de apropiarse y lucrarse con 310 objetos pertenecientes a la fallecida princesa. Durante el juicio ya quedó claro que quizá hubo apropiación, pero no lucro. Ayer se supo que por no haber no hubo ni robo porque Burrell había informado en su día a la reina de que guardaba en su casa esos objetos: se los llevó de la residencia de Diana pocas horas después de la trágica muerte de la ex mujer del príncipe de Gales, para protegerlos. Durante 20 meses, la reina calló. Durante 20 meses, el mayordomo soportó en silencio el mutismo real. Ayer, por fin, la reina y su familia aclararon las cosas y Burrell quedó limpio. [Según la BBC, la reina no se dio cuenta de la importancia de la conversación que mantuvo con Burrell hasta hace unos días, y fue entonces cuando comentó los hechos con el príncipe Carlos y con el duque de Edimburgo. Fue el príncipe de Gales quien comunicó la información a la policía]. Su historia puede ser reflejo de la Inglaterra del siglo XXI, un país en el que todavía hay mayordomos capaces de aceptar una cárcel injusta para no traicionar a la realeza. Una Inglaterra en la que la familia real sigue viviendo por encima del bien y del mal y es capaz de mantener un denso silencio hasta el último momento con la excusa de interferir en el proceso. Una Inglaterra en la que la policía sigue fabricando pruebas imaginarias. La integridad de Burrell ha quedado salvada, pero no la de la policía, que basó toda su acusación en el elevado tren de vida de Burrell, capaz de mantener dos casas. La policía, que dio por seguro que el mayordomo había vendido parte del botín real, no se enteró de que éste había ganado más de 150.000 euros escribiendo un libro sobre sus servicios a la corona. No se enteró tampoco de que tuvo que vender su primera casa para comprar la segunda. Ni investigó la discreta alusión de Burrell a una 'conversación privada' con la reina tras la muerte de Diana, la clave del caso. No sólo la policía ha salido trasquilada. La familia sanguínea de Diana Spencer tampoco ha quedado bien parada. Durante el juicio se supo que ocultaron al obispo de Londres una de las últimas voluntades de Diana: repartir entre sus 17 ahijados una cuarta parte de su herencia. También se supo que Diana llevaba cuatro meses sin hablarse con su madre, Shand Kydd, cuando le sorprendió la muerte.-

Burrell escucha a su abogado leer una nota tras el final del juicio, que levantó gran expectación.
Burrell escucha a su abogado leer una nota tras el final del juicio, que levantó gran expectación.ASSOCIATED PRESS

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