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Crítica:'EL SHOW DE FLO' / LA PRIMERA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Más cantidad que calidad

El show de Flo, estrenado como animosa alternativa semanal de los miércoles en La Primera, eleva a Florentino Fernández, famoso por su trabajo como secundario de Pepe Navarro, El informal, 7 vidas o El club de la comedia, al rango de protagonista. A juzgar por la primera noche, el resultado está verde, quizá porque meter muchos ingredientes en una misma receta no asegura un plato con personalidad propia. El mandamiento que obliga a la fragmentación a ultranza para mantener la atención del espectador se cumple aquí a rajatabla. Fernández canta, imita, suda y bromea, ya sea con el público, sus ayudantes (Miguel Nadal, Cristina Solano y Pampita), la orquesta, los bailarines o los invitados, sin dejar tiempo a que nada cuaje. Para su estreno contó con el amadrinamiento de María Jiménez (ya lo hizo con Salsa rosa -noche de los sábados, Tele 5-), la presencia de José Mercé y la complicidad de Los Morancos.

Los estímulos se acumulan tan compulsivamente que, cuando uno hace inventario de lo visto, se queda sin aliento. Hay gags con cameos (el mejor: Pepe Navarro parodiándose a sí mismo), entrevistas en las que Fernández demuestra que no sirve para este dificilísimo género (empezar una pregunta diciendo: 'Oye, que te iba a decir' transmite más una sensación de falta de recursos que de naturalidad), reportajes fugaces (un viaje a una reserva naturista que, con la prisa, no fue lo bastante explotado) o números musicales más propios de Telepasión que de un late night bienintencionado pero disperso. Cuando parece sentirse mejor Fernández, en cambio, es cuando se acerca al fascinante submundo televisivo de pifias, doblajes falsos y gazapos, gags de bajo presupuesto, joyas de archivo (la bolinga de Fernando Arrabal o una Norma Duval prediluviana) o una relectura del Usted qué sabe hacer de Íñigo, desfile de freaks que mueven orejas o tocan la trompeta-botijo. Miguel Nadal hace de secundario polivalente, Pampita soporta su papel de mujer-florero a la espera de una oportunidad para lucir algo más que cuerpazo y, pese a su incansable derroche de habilidades, Fernández parece sufrir en exceso para poder hacer disfrutar. Le pasa un poco como a los jugadores de Van Gaal, que, siendo muy buenos, se empeñan en hacer cosas para las que no sirven, lo cual repercute en la calidad de lo que realmente saben hacer. Si a un cómico tienes que valorarle por el trabajo y el sudor, significa que no te has reído. A no ser, claro, que su intención sea otra.

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