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Columna
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Vaya

Me temo que los progres trasnochados hemos juzgado mal las capacidades del presidente Aznar, alentados por sus últimos movimientos derechistas. Puede que el hombre carezca de cintura, pero tiene un equipo para-centrista de guardia sencillamente envidiable. Aquí nos comemos decretazos y le echamos la culpa de las erecciones patrióticas al alcalde de Madrid, y no ha pasado nada. Lógico. ¿Qué menos podía esperarse del hombre que transformó El Escorial, haciendo que olvidemos su condición de sarcófago de piedra para muertos reales, y desde ahora lo recordemos como lugar idóneo para la entrega nupcial de cautas jovencitas?

Dicho lo cual: dado que tiene buenas excusas (ha vuelto a comparecer el mulá Omar, y también Julio Anguita anuncia que se dispone a rearmarnos intelectualmente), en cualquier momento puede desdecirse Aznar y prestarse a un nuevo mandato presidencial, por el bien de España y sus alrededores, y las bodas de plata, a celebrar en Yuste.

Quizá sólo una cosa le detenga. Coño, esos besos que tuvo que darle al presidente Buteflika, tras la firma de los acuerdos con Argelia. Contemplando las imágenes (frasco de vodka en mano, lo pueden suponer), pensaba yo que, por mucho que el poder compense y dé alegrías escorialenses, es mucha carga ese besuqueo. Y otros. Los gobernantes deberían disponer de un Osculeador de Cámara. Eso sí que les permitiría perpetuarse en el cargo sin peligro alguno. Aunque, quién sabe. A lo mejor les gusta.

Reflexiono sobre todo ello en este triste día de ayer para ustedes y de hoy para mí, mientras escribo, encerrada en casa, víctima de mi propia profilaxis. En Washington tampoco sale la gente de sus domicilios, por miedo al asesino en serie del tarot que anda suelto (mientras escribo), y tienen que quedarse ante la televisión por la que campa Bush asegurando que el único enemigo es de otro país y, además, bombardeable. Llueve mucho, y a esta Barcelona emborronada y de semáforos vacilantes ha llegado precisamente Aznar, para excitación de empresarios y, me temo, más intercambio de bacilos boca a boca: variantes del beso de Judas, mayormente.

Mientras escribo, en algún lugar de mi ciudad se encuentran los de siempre. ¿No es como para desanimarse?

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