Maragall pide la disolución del Parlament para ahorrar a Cataluña la agonía de CiU
El líder de la oposición socialista, Pasqual Maragall, elevó ayer la temperatura del debate parlamentario sobre la orientación del Gobierno catalán al pedir solemnemente al presidente Jordi Pujol que disuelva el Parlament y convoque elecciones. Maragall argumentó que Cataluña no se merece 'la agónica prolongación artificial' del mandato de un presidente que se ha despedido un año antes de agotar la legislatura, como anteayer hizo Pujol, pero sigue en el cargo. Y menos en un momento en que Cataluña necesita imperiosamente, a su juicio, tomar la iniciativa política para salir del punto muerto en que se halla el desarrollo del modelo constitucional. Pujol rechazó de plano la demanda de Maragall.
El Parlament fue escenario ayer de la más intensa confrontación entre Pujol y Maragall en lo que va de legislatura. Y fue así muy a pesar de Pujol, que siguió la táctica de despreciar reiteradamente a su rival, como hizo ya cuando Maragall le presentó una moción de censura, en el otoño de 2001. Ayer lo intentó por la vía de no entrar a fondo en el debate que Maragall le proponía, que versaba nada menos que sobre cómo hallar una salida al problema vasco, que según él es crucial para Cataluña y bloquea toda posibilidad de 'llevarla al techo de sus aspiraciones' porque paraliza el desarrollo constitucional de España.
El líder de la oposición puso por delante que 'como sus antecesores Macià, Companys y Tarradellas, Pujol ha honrado y engrandecido la Presidencia de la Generalitat'. Pero la pérdida de impulso tras tantos años de gobernar, en una legislatura en la que el Gobierno de CiU se halla atado de pies y manos al PP, le está deparando, dijo, un final 'gris y triste', y sin ánimo para abordar los problemas de fondo.
Maragall criticó especialmente a Pujol que haya rechazado 'implicarse en el problema que no sólo envenena la política y la vida en Euskadi', sino que condiciona toda la política española.Cataluña no puede ser, dijo Maragall, 'la gran ausente de un debate que ni siquiera ha comenzado y que no es otro que el de la España plural. Porque el tema no es Euskadi. El tema es España y Euskadi es la cortina. Y el papel que Cataluña ha de tener en ella'.
En opinión de Maragall, la propuesta del lehendakari, Ibarretxe, que consideró 'más audaz que sensata', ha llenado el vacío dejado por la falta de iniciativa política del presidente Aznar. Dejó claro que no está de acuerdo con Ibarretxe, 'porque primero es la libertad y la vida', e invitó a Pujol a definirse sobre la propuesta del lehendakari: 'Yo estoy en contra, y Josep Lluís Carod a favor', dijo. Pujol no respondió al emplazamiento de Maragall. Se limitó a suscribir una de las afirmaciones del líder socialista -la de que Aznar es un presidente 'que no habla con nadie'-. 'Eso lleva las cosas a una cierta radicalización', agregó Pujol.
El presidente recordó que CiU ha tenido siempre una gran comprensión hacia el nacionalismo democrático vasco -'por el que pasa cualquier solución en el País Vasco'- y también hacia todos los ministros de Interior, 'incluso cuando el problema de los GAL', dijo, lo que era un dardo envenenado destinado a recordar 'el fracaso político, militar y ético' de los socialistas ante el terrorismo. Pujol reconoció, no obstante, que su recelo procede de que 'hay miedo a sentarse porque habría que tocar algunas cosas de la estructura del Estado'. Y agregó: 'Creo que quizá se pueda abordar en la próxima legislatura'.
Maragall le respondió que mientras no se busca esa salida 'Cataluña es la primera en pagar los platos rotos'. Y que por esa razón debe ser la primera en dar pasos. 'Cataluña y Euskadi no son lo mismo. Euskadi tiene un régimen foral y excepcional. Cataluña ha de cambiar España si quiere desarrollar todas sus potencialidades', afirmó. Convencido de que Pujol y CiU no tienen ya la ambición para enfrentarse a estos retos, Maragall finalizó así esta parte de su intervención: 'Por lo tanto, le pido formalmente la disolución del Parlament'.
Pujol respondió que le desconcertaba el 'bajo nivel' en que Maragall situaba el debate y aseguró: 'No disolveremos'.
El debate entre Jordi Pujol y Pasqual Maragall tuvo un final inesperado para el presidente, acostumbrado a que sus mordaces respuestas dejen malparado al líder de la oposición. Esta vez ocurrió lo contrario. Cuando Maragall le dijo a Pujol que había intentado 'degradar el debate', que había 'perdido el norte' y que si no había dimitido sólo era por evitar a CiU 'el mal trago de una nueva investidura con los votos del PP', Pujol creyó que podía asestar un buen golpe a su rival. 'Yo no dimito porque no hago como otros que a media legislatura, por un arrebato, se van', le respondió agresivo refiriéndose al año 1997, cuando Maragall dejó la alcaldía de Barcelona.
Pero la réplica de Maragall dejó a Pujol sin palabras, sentado en su escaño. 'Usted no dimite porque no puede', le espetó el líder socialista. Y luego le recordó que cuando él dimitió como alcalde, el Ayuntamiento de Barcelona eligió a su sucesor sin problema alguno. 'Lo que ahora no pasaría aquí', remató, 'porque los señores que le dieron la investidura se la cobrarían muy cara' a un nuevo candidato de CiU.
Si hubiera sido un combate de esgrima, ése es el momento en que el árbitro hubiera dicho touché! Los diputados socialistas aplaudieron este final como la primera victoria de Maragall sobre Pujol en un debate parlamentario, algo que muchos de ellos no esperaban ver, dados los antecedentes.
Demasiados negocios
Maragall había realizado previamente una dura crítica de los aspectos que, a su juicio, sintetizan lo peor de los gobiernos de Pujol. Además de la citada pérdida de impulso tras 22 años, criticó 'la patrimonialización' del país por la coalición nacionalista. 'La apropiación interesada de la idea de Cataluña hasta el punto de no reconocer nunca el patriotismo a nadie'. Luego destacó la 'acumulación de irregularidades y connivencias' que daña la imagen de las instituciones catalanas. Ha habido, dijo, 'demasiados casos poco o nada aclarados, demasiados negocios a la sombra de la Administración, demasiado clientelismo y favoritismo'.
Y por último, señaló Maragall, en CiU y sus gobiernos hay una 'persistente voluntad de controlar la sociedad civil'. Sean asociaciones, entidades, Òmnium Cultural, clubes de fútbol o cajas de ahorros, precisó. Aludió a las negociaciones entre los gobiernos de Pujol y Aznar sobre el límite de edad de los presidentes de las cajas de ahorros, que afecta a numerosas cajas catalanas, incluida La Caixa. 'Introducir incertidumbre, sin explicación, en algunas de las más sólidas instituciones financieras no ya de Cataluña, sino de España, no tiene ningún sentido: es un acto temerario', sentenció.
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