América como tema
Es cierto, como proclama el panfleto editado para presentar la exposición Pensar América, que el 'arte colonial' americano es el resultado de unas prácticas híbridas que han tomado en las distintas áreas del vasto continente diferenciadas formas características. Es cierto que, a lo largo de estos cinco últimos siglos, muchos creadores han estado comprometidos con la realidad americana existiendo un 'amplio flujo de artistas españoles que desarrollan su obra en y hacia América'. Pero, si realmente pensamos en América, nos deberíamos preguntar: ¿está sucediendo esto ahora? La globalización de los mercados exige la ficación del gusto de los ciudadanos del mundo, previamente convertidos en consumidores. Esta unidad de gustos y apetencias no puede ceñirse a la elección de determinados productos en las estanterías del colmado, sino que, para ser eficaz, debe extenderse a todos los ámbitos de la existencia, incluido el arte.
PENSAR AMÉRICA
Colectiva Casa de América Paseo de Recoletos, 2. Madrid Hasta el 13 de octubre
Cualquier artista, español o americano, que quiera ser alguien en el mundo globalizado no elaborará un discurso en el que se muestren sus rasgos híbridos como bandera de diferenciación, a no ser que sea dentro de un programa orquestado por el Benetton de turno para afianzar la unidad del producto globalizado. Por el contrario, como podemos ver continuamente, incluso en el ámbito de esta exposición, el artista actual lo que hace es elaborar un discurso dentro de las pautas de lo 'comercialmente correcto' dotándolo de una fuerte impronta personal, casi autista.
Es necesario hacer esta aclaración previa para poder contemplar la excelencia intrínseca de las obras de Sergio Belinchón (Valencia, 1971), Jorge Galindo (Madrid, 1965) y Rogelio López Cuenca (Nerja, 1959) que se muestran en esta exposición, fuera del distorsionador filtro institucional de quien las acoge. Hay que aclarar que, exceptuando el tema de las fotografías de Belinchón, que muestran tomas del desierto de Atacama, en Chile, lo que aquí se exhibe puede tener que ver lo mismo con América o con Oceanía. Pero las fotografías de Belinchón no sorprenden por hacer evidente la soledad y el vacío de estos territorios concretos, sino por la elección de un tema visual que se repite en las diferentes tomas como un hilo conductor que da sentido al conjunto de las imágenes. En esto se reconoce la diferencia entre el reportaje sobre un lugar y la elaboración de una obra de arte.
Jorge Galindo ha realizado dos inmensos murales que cubren el edificio, más próximos a la implacable publicidad de fachadas que al muralismo mexicano. Se trata de uno de sus característicos collages sobre una fotografía casualmente encontrada. El compromiso americano lo ha solucionado aquí Galindo recurriendo a la anécdota, ya que la postal que hace de soporte gráfico a la obra muestra una vista histórica de la ciudad de Oaxaca.
El artista conceptual Rogelio López Cuenca despliega aquí una parte de la obra mostrada en la última Bienal de São Paulo. Se trata de una interesante instalación en la que fragmentos de textos, imágenes, esquemas y planos se entremezclan y superponen para ofrecer una imagen compleja del mundo caótico en que vivimos. López Cuenca parte de análisis iconográficos y semánticos para realizar una especie de recorridos en deriva que resultan altamente sugerentes como crítica global de la sociedad y como obra artística. La supuesta relación de esta obra con São Paulo no es menos anecdótica que la de Galindo con Oaxaca, apenas unas palabras en portugués, por el contrario, la fría eficacia formal del montaje contrasta con la disparatada diversidad, colorismo y humanidad de la ciudad paulista.
De alguna manera, lo que aquí podemos ver se podría titular 'imaginar América', que no sería poco, ya que los artistas ofrecen imágenes con referencias a lugares americanos, pero Pensar América me temo que debería ser algo más profundo y comprometido que el mero recurso a la localización de anécdotas.
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