'Cuando veo tocar flamenco me siento un guitarrista pequeño'
Con críticas a la telebasura actual y a la política laboral que aplicó Margaret Tatcher, con recuerdos de su infancia y reivindicando el folk y la vida campestre, el próximo lunes 30 sale a la venta The ragpicker's dream (El sueño del trapero), el tercer disco en solitario de Mark Knopfler. A pesar de que su forma de tocar la guitarra ha creado escuela, el antiguo líder de los desaparecidos Dire Straits no se considera un virtuoso del instrumento y hasta mira con envidia a los guitarristas flamencos. 'Verles tocar', dice, 'me hace sentir pequeño'.
Una Fender Stratocaster reposa al lado del músico en el sofá de la habitación del hotel donde se hace la entrevista. Casi una anécdota, pues a pesar de que Mark Knopfler pasará a la historia por los cristalinos y animosos punteos que siempre ha desarrollado con esa guitarra eléctrica, en su último disco predomina mucho más la acústica. 'Me he sentido un poco perezoso últimamente para componer con la eléctrica, y como la casa Martin me hizo una acústica estupenda, hice casi todo con ella', dice para explicar el porqué del cambio.
'Soy absolutamente perezoso', dice, casi como declaración de principios. 'Empiezo varias canciones a la vez y las dejo a medias. A veces me entra el pánico, y pienso en el bloqueo del escritor, pero me encanta estar sin hacer nada. Creo que es bueno no pensar en nada y no hacer nada'. Con esta reivindicación de la vagancia, Knopfler edita ahora su tercer disco en solitario desde que se disolvieron los míticos Dire Straits. Poco bagaje para tantos años de un músico considerado fundamental en la historia del último cuarto de siglo de rock. 'No tengo conciencia de haber creado escuela con la guitarra', asegura sin que parezca falsa modestia. Confiesa que coloca 'los dedos de la mano derecha de forma poco ortodoxa, muy rara', y que no se considera 'un buen guitarrista'. 'Hay que ser muy perverso para intentar imitar mi forma de tocar', asegura entre risas. 'En todo el mundo hay excelentes guitarristas. En España es impresionante ver tocar a cualquier guitarrista flamenco. Alguna vez me han sugerido que haga algo con alguno. Me encantaría, pero no sabría qué hacer, creo que se reirían de mí'.
Why aye man es la canción avance del disco que ya se oye en las emisoras. Habla de la política laboral de Tatcher, 'una época dura que dejó a mucha gente en el paro y obligó a otros a marcharse de Inglaterra'. No le gusta comparar a Tatcher con Blair, aunque acusen al primer ministro actual de ser más belicoso por apoyar inequívocamente a Bush. 'Hay una campaña dentro de Inglaterra contra Blair, yo sólo digo que recuerden cómo estábamos antes. Era terrorífico'. A pesar de que la trate en sus canciones, a Knopfler parece que no le gusta mucho hablar de política: 'Soy de los músicos que habla de mujeres y de rioja, que me gustan más'.
La telebasura está también en el punto de mira de sus críticas. 'La odio, pero lamentablemente es un reflejo de la época actual'. 'No entiendo los programas donde acuden tíos raros a exhibirse y a que se rían de ellos. Todo esto tiene que ver con la dignidad humana, y es de eso de lo que quiero hablar en mis canciones. De dignidad'. La sencillez del folk, presente sutilmente en muchos pasajes del nuevo disco, apoya esa mirada hacia la dignidad. 'No me veo haciendo discos súperproducidos, con muchos efectos y recursos electrónicos. Una guitarra, una melodía simple y un micro a veces es suficiente'.
Todavía reciente su concierto de hace un año en Las Ventas, reconoce sentirse a gusto en recintos así, y eso que hace tiempo que dejó de tocar para grandes audiencias: 'Prefiero tocar ante no más de mil o dos mil personas; sin embargo, me encantan las plazas de toros españolas'. El próximo verano Knopfler se embarcará en una nueva gira con sus nuevas canciones, e inevitablemente quiere que vuelva a pasar por España. 'No siento como grandes las plazas de toros, tienen una dimensión diferente. Parecen sitios pequeños, ves las caras contentas de la gente pues suelen empezar de día, y me encanta que me digan olé y me griten torero'.
Babelia
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