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Crítica:CRÍTICA | CLÁSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La orquesta en Torrent

Las obras del Palau de la Música han determinado que la temporada empezara en Torrent, cuyo auditorio acogerá a la Orquesta de Valencia hasta que su sede esté dispuesta. Al cambio de escenario se ha sumado la presencia de un violonchelista-estrella: Mischa Maisky. Una estrella que sorprendió al público con su vestimenta rocambolesca y su gestualidad teatral, aunque ello no quite ni ponga nada en cuanto a calidad interpretativa. Venía el músico letón con la misma obra que le sirvió de presentación en Valencia en 1991: el Concierto para violonchelo y orquesta de Dvorák. Once años más tarde, no se aprecian grandes avances en la manera de abordarla. Maisky dio una versión de este Concierto pasada de rosca, con un romanticismo más exacerbado de lo que conviene. Dvorák quiso, en su op. 104, una obra bien sujeta a los cánones clásicos. Pero Maisky se decantó hacia el fuego expresivo, que, siendo tan estimulante en chelistas como Casals o Du Pré, desemboca en su caso en el terreno de lo tremendo. No hay tanto pathos en el Concierto de Dvorák: es una obra bastante amable y sin excesos. Parece innecesario presentar el primer tema como un auténtico poseído, y el segundo con esa sobredosis de angustia. Afortunadamente, Gómez-Martínez dirigió a la orquesta con moderación en las expansiones y ello contribuyó a poner las cosas en su sitio. El ajuste con el solista fue bueno, y la sección de maderas apareció bien fundida con el violonchelo. Las trompas, por su parte, tuvieron también intervenciones destacadas. El sonido de Mischa Maisky, muy bonito en el registro grave y medio del instrumento, se hacía débil y quebradizo en el agudo, así como en los pasajes rápidos, donde el violonchelo quedaba a menudo engullido por la orquesta.

Misha Maiski

Orquesta de Valencia. Director: Miguel Ángel Gómez-Martínez. Violonchelo: Mischa Maisky. Obras de Dvorák, Falla y Turina. Auditori de Torrent, 21 de Septiembre de 2002

En la segunda parte, ésta se enfrentó a obras del repertorio español: dos números de La vida breve (Falla) y La Sinfonía sevillana (Turina). La cuerda sonó con molla, hubo buenos solos del concertino, de la madera y de la trompeta, la dinámica parece haberse enriquecido en la gama del piano, y las obras se mostraron bien cimentadas. Sin embargo, faltó el idiomatismo, indispensable en ese tipo de partituras. Se necesita flexibilidad en el fraseo, independencia rítmica de las secciones orquestales, y capacidad para evocar -para evocar con gracia- el folclor, por muy imaginario que sea. Estas carencias deberían subsanarse, porque es el repertorio español lo que, en mayor medida, la Orquesta pasea por Europa.La mayoría de las obras requieren duende. Habrá que encontrarlo.

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