El Fòrum y los 'kleenex'
Contaba Joan de Sagarra en su horma del jueves que ha recibido la proposta de programa del Fòrum Universal de les Cultures junto con una carta que le invitaba a opinar sobre el evento. Yo también, así que al grano. Tras leerla detenidamente (o sea: deteniéndome una y otra vez a causa de la estupefacción que me provocaba el texto), creo que sería bueno que los agraciados con este paquete nos organizáramos en plataforma de damnificados. Una vez iniciada la lectura, tuve que apelar a mi patriotismo para no abandonar. Hasta entonces, solía defender el Fòrum. Cuando se repite que no se sabe qué es, solía responder que sí: es un jolgorio que nos mantendrá ocupados mientras se completa una mutación urbana con aspectos tan positivos como la reurbanización de una parte de nuestro territorio. Eso era antes de leer la proposta, claro. De ahora en adelante, y una vez cumplido mi deber de ciudadano en forma de artículo, optaré por un escéptico y abstencionista silencio.
Puede que el Fòrum sea un éxito, pero es indispensable que no repartan propuestas perturbadoras como la que ha llegado a mis manos
Una buena noticia: la propuesta mantiene la ambigüedad que, desde siempre, se ha atribuido al Fòrum. Con la excusa de que se trata de 'algo nuevo', el suspense continúa. Eso está bien, aunque sólo sea para mantener la tensión dramática que todo cuento necesita. En el caso de los JJ OO, la tensión se centraba en una duda: ¿sabremos organizarlos? La respuesta fue sí, así que, pese a las reticencias, no descartemos que el Fòrum sea un éxito. A cambio, sin embargo, es indispensable que no se repartan propuestas perturbadoras como la que ha llegado a mis manos. Sus redactores te quitan las ganas de creer en el invento. Apelan al espíritu de diálogo, pero lo lastran con una camelística que sabe a bromuro. Recuerda aquellos cine-fórums de los setenta en los que, para poder ver una película húngara muda, tenías que soportar a los organizadores, que te pegaban una paliza plagada de retórica izquierdista (¿eran los organizadores de cine-fórums los mismos que dirigen el Fòrum?). El nivel literario del texto se sitúa entre la prosa de instrucciones de uso para jarabe, una resolución de comité central de partido eurocomunista, un libro de autoayuda y la traducción de un manual de DVD. Hay, eso sí, promesas cuantitativas. Ejemplo: en los congresos adosados al Fòrum participarán 55.000 personas. También se dice que habrá un apartado titulado Escoltar el mar, que abordará el concepto de mediterráneo como metáfora. ¿Incluirá una reflexión sobre por qué, cuando llueve, la mierda flota durante días en nuestras olímpicas playas? El Fòrum también reflexionará sobre la vida urbana. Pero cuidado: si hablamos en serio de la vivienda, la atención social, la participación de los ciudadanos sólo podrá ser radical, así que no se quejen luego si alguien manifiesta su cabreo y se pinchan algunas ruedas de coches oficiales.
También habrá un speaker corner, esa especie de chiki park para adultos exhibicionistas. Ignoro si será una esquina de ángulo recto o si respetará la aportación del chaflán, convertida ahora en grúa corner recaudatorio. Y habrá fiestas, exposiciones, gastronomía y un ambiente tope guay en el que podrán convivir la artesanía y el baile. ¡Ah!, y no se lo pierdan: espectáculos de Peter Brook y Pina Bausch, esos chicos que nunca hemos visto. En el fondo, la Administración sigue apostando por la concentración y, como apuntó De Sagarra, tira de talonario y de agenda. El invento, pues, será una suma de Grec, fiestas de la Mercè, Sónar, Fiesta de la Diversidad y carrusel de la Guardia Urbana, todo culminado con el piromusical de rigor. ¿Tiene sentido este pollo? Puede que sí. Al fin y al cabo, aunque sólo sea para que la gente se divierta, ya merecería la pena invertir en una juerga así, aunque podríamos ahorrarnos el armamento teórico. El problema de estos eventos aparece cuando te preguntas si podemos permitírnoslos y por qué el Ayuntamiento prefiere los golpes de efecto al goteo constante perdurable. Sobre el papel, el Fòrum es, además de una oportunidad para hacer mucho ruido, un compendio del espíritu de un equipo municipal que lleva años gobernando y argumentando, sí, pero no siempre de un modo convincente, sobre todo a los que sospechamos que se trata, pese a su indiscutible lado bueno, del enésimo despilfarro bienintencionado. ¿Es demagógico hablar así? El contenido de la proposta también, por más que se perfume de fragancias multiculturales. Y mientras tanto, a la espera de esta explosión dialogante y festiva, nuestras calles acogen otros ejemplos de desconcierto creativo que no sé si son compatibles con tanto boato. En estos días, me he tropezado con varios vendedores de kleenex. En Via Augusta / Vallmajor hay un jubilado que coloca su mercancía. Acompaña su producto con unas fotocopias de poemas de Lorca adaptadas a su jovial modo de ver la vida. Cuando ha recaudado el dinero para comer, se marcha con su dignísima pobreza a cuestas. En General Mitre / Escoles Pies, una rumana malvive intentando sacar adelante a un bebé al que, entre bocinas, suele cantar nanas gitanas. En Muntaner / París hay un hombre que, según me contó, está enfermo de los nervios y del estómago. 'Ni puedo comer mucho ni puedo dejar de comer. Tengo que comer poco y muchas veces', me dijo. Quizá el problema sea que el Fòrum intenta hacernos comer demasiado durante un tiempo excesivamente breve y que algunos preferimos la táctica del vendedor de kleenex: menos cantidad y más a menudo.
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