A más becas, mayor igualdad
El mundo ideal es aquel en el que no existen diferencias socio económicas entre las personas, un mundo donde existe e impera la igualdad de oportunidades. Pero la realidad es otra. Hoy en día, existen diferencias.
No todas las familias tienen los mismos ingresos y, por tanto, no todas pueden asumir el coste que supone que sus hijos estudien en la universidad. Tampoco todos los jóvenes que intentan compatibilizar estudio con trabajo, bien para alcanzar una temprana emancipación, bien para pagar el coste de sus estudios superiores, tienen muchas posibilidades. Éstos sufren los llamados "efectos colaterales del - nunca alcanzado - pleno empleo", es decir, la precariedad, temporalidad y sueldos bajos.
La Europa que ahora ambicionamos cambiar a mejor es muy diferente a España en un aspecto que nuestros actuales gobernantes olvidan y que, incluso, les gustaría erradicar. Me estoy refiriendo a una Educación Pública de calidad y universal, desde los cero años hasta la formación superior, inclusive. Es cierto que la educación superior no es gratuita, pero como si lo fuera, ya que la media de alumnos que se benefician de alguna beca es del 40 %. En España, los jóvenes becados en las universidades no alcanzan el 15 % del total. En España hay 3 veces menos becarios que la media Europea y, además, en caso de tenerla, la cuantía de las becas por alumno es 4 veces inferior a Europa y se convierte en el único país que paga las becas después de acabado el curso.
Si Europa apuesta por un amplio y eficaz sistema de becas será por algo, ¿no?. Europa ha entendido que ha de garantizar la igualdad de oportunidades en el acceso y permanencia en estudios universitarios, en primer lugar, porque garantiza la igualdad de oportunidades futura en el acceso al mercado de trabajo, y en segundo lugar, porque aumenta la competitividad de sus ciudadanos y por tanto, de su país.
Por si estábamos mal, la Ministra sigue empeñada en demostrar su conversión completa del comunismo y de estudiante reivindicativa a un centrismo escorado a la derecha más liberal. Prueba de la veracidad de mis palabras es el recién aprobado recorte en las becas compensatorias, que deja sin beca a 8.000 jóvenes que ya han cursado su primer año de carrera al haber cambiado un 28 de mayo los criterios de asignación, y que el próximo año afectará a todos los beneficiarios de años anteriores que estén en cursos superiores. Ahora ya no basta con tener una renta baja con tres o más hijos, ahora hay que estar en la miseria. Además niega todo esto argumentando que se le va a dar beca a todos los que cumplan los requisitos. Evidentemente, pero es que el problema es que ha cambiado los requisitos. No es que antes no se dieran las becas a las familias deprimidas económicamente, pues eran las prioritarias, simplemente la Ministra ha recortado presupuesto, pues una cosa es lo que aprueban y otra lo que conceden.
España necesita cambiar su sistema de becas, lo cierto es que necesita cambiar muchas cosas, entre otras a los gobernantes actuales, pero me centraré en el tema del artículo. El sistema de Becas necesita cambios cualitativos y cuantitativos.
Tan malo o peor es no tener becas, como creer que la tienes y que un 28 de mayo te digan que te la deniegan. Falla el funcionamiento del sistema de becas, pues no es normal ni lo dicho, ni que las becas de movilidad se cobren en agosto, a menos que la movilidad sea sólo para los ricos y garantizar así que ellos sí estudiarán lo que quieran y donde quieran. Por tanto, necesitamos un cambio cualitativo que comporte la creación de una ventanilla única para todas las becas: las del Estado, las de la Comunidad Autónomas y las de la Universidad; así como que en noviembre se sepa qué beca se ha obtenido, permitiéndose cambios en la matrícula en función de la beca, si fuera necesario.
Además, dentro de esos cambios cualitativos, se debe introducir un factor que ajuste los criterios académicos a la realidad académica creada por los nuevos y renuevos planes de estudios. Es fácil, el criterio debe ser agotar la partida presupuestaria, empezando por el de mejor nota y acabando cuando se agota el último euro consignado en los presupuestos generales del Estado y de la Comunidad Autónoma. Como he dicho, no se trata de bajar los criterios académicos, sino de ajustarse a la realidad y no mentir en los presupuestos, y todo ello sin perjuicio de seguir valorando los requisitos económicos que como los académicos no deben impedir que se reparta todo lo presupuestado.
Los cambios cuantitativos serían dos: las cantidades que comprende cada beca y el número de beneficiarios. Como no se trata de que al Gobierno se le atraganten sus seis años de dejadez, propondría que en no más de 5 años se alcanzaran los niveles europeos, tanto en la cuantía de las becas, como en el número de beneficiarios. Sobre todo, el Estado debe garantizar que el distrito único no es sólo una puerta a la movilidad de los ricos.
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