Bien colocados
Según avanza el campeonato, a España le van surgiendo nuevos y peligrosos problemas derivados simplemente del transcurrir de jornadas y partidos. El primero es el cansancio acumulado. Así como nos sobra ambición y otras cualidades que surgen más del corazón y la cabeza que de las piernas, andamos más bien cortitos de recursos tácticos. Nos falta un pívot intimidador, un tirador experimentado y solvente y un base con más pujanza e iniciativa que la que pueden aportar el siempre correcto Rodríguez o el novato Marco. Esto obliga a que todo lo que tiene que hacer España para ser competitiva lo debe lograr con un extra de esfuerzo físico que según pasan los días acaba pesando. En ataque y sobre todo en defensa. Estas limitaciones han obligado a Imbroda a crear un estilo en el que España defiende atacando, axfisiando al contrario, presionándole en toda la cancha, con constantes rotaciones y en ocasiones larguísimas ayudas de un lado al otro del campo. Para desarrollarla con efectividad, las piernas deben responder adecuadamente. A España le fallaron ante Puerto Rico, mucho más pujante físicamente, y pareció recuperarlas ante Brasil, ayudado también por un estilo mucho menos enérgico que los centroamericanos. El otro problema surge del conocimiento que todos los equipos van cogiendo de sus rivales al verlos día a día. Volviendo a la escasez de medios, el ataque español es sota, caballo y rey, o lo que es lo mismo, Gasol, Navarro y a ver si metemos los triples. Cuando a Gasol le rodean como si fuese el asedio del Alamo, si a Navarro no le entran sus bombas, si Garbajosa ha perdido tino en sus triples, el ataque se espesa en demasía.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.