LA ÚNICA OBSESION, EL GOL

Desde su regreso a Primera, hace tres temporadas, Osasuna se ha especializado en ejecutar el más improbable de los números de equilibrismo: esquivar el descenso sin marcar goles. O marcando poquísimos. Eso fue de la mano de Miguel Ángel Lotina, el entrenador, y de Javier Miranda, el presidente que no quiso seguir en su cargo sin la compañía de su técnico preferido. Y sin dinero.

Ahora, con un presupuesto ajustadísimo, nuevo presidente (Patxi Izco) y nuevo entrenador, el mexicano Javier Aguirre, Osasuna sólo pide que alguien marque goles. Alguno de los delanteros que jugaron la temporada pasada no atinaron más que a última hora, justo a tiempo de alcanzar la salvación. Aguirre, ex jugador de Osasuna, regresa a Pamplona avalado por un par de milagros a los mandos de la selección mexicana: finalista de la Copa América y clasificada contra todo pronóstico para el Mundial de Corea y Japón. Izco se llevó las elecciones de la mano del éxito de su apuesta por Aguirre, el vasco, un tipo que defiende el fútbol sencillo, desprovisto de tacticismos sesudos.

El juego de Osasuna no diferirá mucho del exhibido hasta ahora: contundencia defensiva, presión, orden a todas horas y movilidad por las bandas. Con esto, Aguirre espera que sus delanteros arranquen sin despistarse; que su defensa mantenga una campaña más su solidez habitual; que los centrocampistas no se cansen de atosigar al rival con su presión y que el juego fluya por ambas bandas. De momento la decepcionante pretemporada de Osasuna ha sembrado el escepticismo entre la afición navarra, que mira con aprensión tanto las nuevas incorporaciones como la capacidad ofensiva del equipo, un tanto animadas tras la cesión a última hora del uruguayo Pablo García. Mientras, Aguirre se rasca la cabeza para acercarse a su ideal: disponer para el arranque liguero de un equipo 'hecho y derecho' . Y que marque goles.