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Crónica:FERIA DE SAN SEBASTIÁN | LA LIDIA
Crónica
Texto informativo con interpretación

No hubo lugar para la mística

Gran parte de los aficionados vascos fueron a ver a José Tomás. Fueron pero no lo vieron, porque José Tomás ayer estuvo sin ganas, triste como entrada de hospital. Para colmo, en su primer toro repartió acero en gotas: todo un repertorio de pinchazos y estocada atravesada (haciendo guardia) y descabellos varios. No hubo lugar para su mística personal. La realidad estaba allí recordándole que no hizo nada de valor. E incluso, el público, cuando terminó cada una de las actuaciones de sus toros, le abroncó muy fuerte; sin embargo, a la hora de dictaminar su actuación, la bronca, por mor de esa mística personal del torero, se trocó sólo en pitos.

El primer toro de Finito de Córdoba tuvo mucha calidad. Las series de naturales y derechazos, aun dentro de la ortodoxia, no acababan de conseguir hondura, porque el torero remataba los pases demasiado lejos. Todo lo contrario pasó en su segundo toro. Pues, a un animal que embestía con genio brusco, aunque acudía con nobleza al engaño, lo toreó enrabietado con la mano derecha. También con los naturales se enrabietó, y logró que el público vibrara. Tal vez fue el toro el que le pidió que le torease de manera vibrante, aunque no fuera un dechado de excelencias toreras. Mas se valora ese nervio que consiguió adaptarse al ritmo del toro.

Garcigrande / Finito, Tomás, Valverde

Toros de Garcigrande, blandos, de juego desigual, 1º y 5º buenos (éste último, con genio), el resto bastante mansos. Finito de Córdoba: estocada desprendida (ovación); estocada desprendida (oreja). José Tomás: metisaca, cuatro pinchazos, estocada atravesa y tres descabellos (pitos); pinchazo y estocada desprendida (pitos).Javier Valverde: dos pinchazos, pinchazo hondo -aviso- y descabello (gran ovación); estocada (gran ovación). Plaza de Illumbe, 15 de agosto, 5ª de feria. Tres cuartos de entrada largos.

Quizá el que menos suerte tuvo con el lote fue Javier Valverde. Sus dos toros tenían una tendencia a huir. En su primero, el salmantino fabricó cinco series de muletazos, en los que contabilizamos una gran voluntad, un aguante aceptable y un pundonor a prueba de neutrones. En su segundo todo lo hizo el torero, puesto que el toro se escapaba de cada muletazo en cuanto le dejaba. Voluntad y pundonor no le faltaron, al menos eso lo apreció el público.

Sin duda, entre los muletazos arrebatados de Finito y el pundonor de Valverde entra en acción el torero cercano a la mística zen: 'Nada más que maneras expresan lo distinto'.

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