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Crónica:FERIA DE VITORIA | LA LIDIA
Crónica
Texto informativo con interpretación

La rebelión del modesto

José Ignacio Ramos sustituyó al lesionado Juan Mora. Acostumbrado a las corridas duras, José Ignacio Ramos, ayer, tuvo la ocasión de demostrar que también sabe hacer el toreo bueno. No en su primero, que no valía. Fue en su segundo, cuarto de la tarde, cuando puso la firma de dos largas cambiadas nada más salir el toro. Hizo un quite por delantales. Banderilleó aceptablemente. Inició la faena con ayudados por alto. A continuación, dio dos series cortas de derechazos muy bien trazados, que fueron rematados por pases por alto. Al citar al natural tuvo la cualidad de darle mucha distancia al toro y, metiéndole la muleta abajo, tejió dos series de naturales largos, profundos y muy bien llevados. Siguió con dos tandas de derechazos muy seguro y entregado, remató con tres circulares de gran ejecución, y de propina, unas manoletinas muy ajustadas. Después se llevó el toro hasta el centro mismo de la plaza y se tiró a matar. Primero pinchó en hueso; no importaba, porque la ejecución la hizo cabal. Después cobró una estocada que rodó el toro sin puntilla. La oreja se la mereció en buena ley. Sin duda, ayer Ramos atesoró toda la simpatía que siempre damos a lo que simboliza la honda de David.

Agropecuaria / Ramos, Puerto, Mora

Toros de Agropecuaria Las Monjas: blandorros todos, salvo el 4º, que fue un buen toro; el 6º, sustituido por un toro de Castillejo de Huebra, manso y blando. José Ignacio Ramos: dos pinchazos, estocada desprendida (silencio); pinchazo -aviso- y estocada (oreja). Víctor Puerto: aviso antes de entrar a matar, pinchazo y pinchazo hondo (ovación); seis pinchazos (silencio). Eugenio de Mora: estocada desprendida (silencio); media estocada (aplausos). Plaza de Vitoria, 8 de agosto, 4ª de feria. Bastante menos de media entrada.

De Víctor Puerto destacamos que dominara a su primero, un toro con genio, como si fuera un gatito, gracias al temple que puso en su muñeca en las series de derechazos, preferentemente. Valía la pena ver la inteligencia con que dominó a ese rabiosillo toro.

Eugenio de Mora puso una gran voluntad, y en algún momento, cierto empaque muletero. Le reprochamos que en su primer toro le iba bien dándole distancia, mas en las series siguientes se la cortó. Y ahí la cosa no funcionaba tan bien.

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