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Reportaje:

El sur de Italia tiene sed

La sequía obliga a improvisar un 'acueducto móvil' para asegurar el suministro

Mientras en el norte la lluvia desborda los ríos, el sur de Italia se enfrenta a un verano de grave sequía. La naturaleza contribuye, una vez más, a ampliar el foso que separa la Italia opulenta y desarrollada de la Italia del sur, amarrada a un destino de cíclicas sequías y escasez. Esta vez, la emergencia, que se anunciaba desde hace meses, con manifestaciones de agricultores y vecinos de las barriadas golpeadas por la falta de agua, ha estallado en vísperas de las vacaciones del Gobierno, obligando a ministros y presidentes regionales a preparar a toda prisa una serie de medidas de urgencia.

Roma estudiará el martes la situación, pero ya se anuncia el empleo del Ejército, los bomberos y la policía para organizar un 'acueducto móvil' de camiones cisterna que lleven el agua hasta el último pueblo, para vigilar embalses y acueductos -víctimas de asaltos de agricultores desesperados- y para mantener en calma las zonas más afectadas. El Gobierno de centro-derecha ha prometido, además, un fondo de ayuda a los agricultores de 500 millones de euros y un adelanto de los fondos comunitarios que tendrían que llegar en septiembre. Todo eso, en tanto se afronta la urgente reparación de las redes de conducción hídrica, que en Italia (el tercer país que más agua consume del mundo) pierden hasta el 40% del preciado líquido.

Ejército, bomberos y policía utilizarán camiones cisterna para llevar agua hasta el último pueblo

La emergencia no es nueva, sobre todo en Sicilia, donde el agua ha sido siempre un bien escaso pese a abundar en el subsuelo, pero la novedad no está en la sequía, sino en sus dimensiones. En los seis primeros meses de 2002 las precipitaciones han sido la mitad de las habituales. Desde mayo, la alarma ha cundido en el sur, provocando las protestas de los agricultores de Apulia, Basilicata, Cerdeña y la propia Sicilia, obligados a reducir los riegos en un momento crucial para las cosechas.

En medio de un verano tórrido, las reservas de agua han descendido de forma alarmante. En Apulia son de 55 millones de metros cúbicos, poco más de una cuarta parte de la capacidad de los embalses de la región, y otro tanto puede decirse de Basilicata. La situación es todavía más desesperada en Sicilia, con una población de más de cinco millones de habitantes, cuyos embalses tienen una capacidad de 222 millones de metros cúbicos y están en estos momentos con 22 millones de metros cúbicos.

La alerta se ha encendido también en Calabria, Campania y el Lazio (la región a la que pertenece Roma), donde las autoridades han solicitado la declaración del estado de emergencia en vista de que las reservas de agua disminuyen alarmantemente. En Calabria, los bomberos se encargan de suministrar el agua a los hospitales por medio de camiones cisterna, mientras en Sicilia la sequía ha hecho florecer de nuevo un mercado negro del agua, con precios de hasta 200 euros por el contenido de un camión cisterna de capacidad modesta.

La reacción a la emergencia ha sido lenta, pero muchos italianos del sur confían en que las medidas del Gobierno puedan servir de señal a las organizaciones mafiosas que en todo el mezzogiorno, pero sobre todo en Sicilia, controlan parte de los suministros. 'Es una vieja historia. Ya se sabe que una parte de los recursos de agua en la isla la gestionan las organizaciones criminales', ha explicado el fiscal general Antimafia, Pierluigi Vigna. 'Ha habido juicios en Palermo y Calabria por obras hídricas iniciadas y nunca terminadas. Así es como se perpetúan los intereses de Cosa Nostra'.

Los mapas de fuentes y manantiales subterráneos en poder de las autoridades no recogen, según la prensa italiana, toda la realidad de la isla, en la que surgen decenas de pozos sin autorización, algunos de gran capacidad, con cuya agua la Mafia hace un excelente negocio. Mientras el Gobierno baraja nuevos proyectos de obras públicas, como la construcción de un acueducto para llevar el agua de Albania al sediento sur italiano. Un siciliano viejo, como el escritor Andrea Camilleri, de 77 años, afronta con escepticismo la nueva emergencia. 'Es una historia atávica', dice, una metáfora del abandono, de la mala gestión que ha caracterizado siempre la vida del sur italiano.

Manifestantes en la Marcha por el Agua celebrada en la ciudad siciliana de Agrigento el pasado mes de mayo.
Manifestantes en la Marcha por el Agua celebrada en la ciudad siciliana de Agrigento el pasado mes de mayo.AP

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