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Reportaje:

Hitler resucita para frenar al euro

Una campaña en favor de la libra esterlina causa indignación en Europa

¿Son en realidad las autopistas francesas una red ferroviaria camuflada para llevar a campos de exterminio a los partidarios de la libra esterlina? ¿Son agentes de las SS camuflados los camareros que sirven cerveza barata a millones de británicos en las costas españolas? ¿Es el euro la bomba secreta con que los nazis planeaban conquistar Gran Bretaña, último bastión de libertad en Europa? Tal parece si uno se deja convencer por la agresiva campaña lanzada por los partidarios de mantener la libra esterlina por los siglos de los siglos, que equipara la zona euro a la Alemania nazi al convertir a Adolfo Hitler en un ardiente defensor de la moneda europea.

Los partidarios del no al euro parecen decididos a denunciar los peligros de la moneda europea antes que a difundir las virtudes de la libra esterlina. Fue la táctica empleada en su día por los enemigos del euro en Dinamarca, que consiguieron vencer al 80% de la clase política y a casi todos los medios de comunicación.

En Gran Bretaña, los partidarios de la libra desconfían del tirón mediático de los políticos conservadores y han decidido ponerse en manos de comediantes y viejas estrellas del pop británico. Su arranque de campaña no se ha andado por las ramas: Hitler, el hombre que llevó a Europa al desastre de la guerra en su afán de unificarla por la vía de convertirla en alemana a sangre y fuego, se ha convertido en defensor del euro para regocijo de los defensores de la mítica esterlina. 'Un pueblo, un Reich, un euro', clama el cómico Rik Mayall, travestido de führer en un anuncio que ha indignado a la comunidad judía británica, ha sacado de quicio al muy europeísta Partido Liberal y ha convertido en nazis a todos los continentales de una tacada.

El cantante Bob Geldof, conocido hasta ahora por explicarle al mundo lo tristes que son los lunes y por su encendido activismo en la lucha contra el sida, aparece más cándido que nunca al prestar su imagen a un anuncio profundamente sectario. 'Es sabido que no es antieuropeo estar contra el europeo', proclama Geldof con ingenua convicción poco antes de la parodia nazi y poco después de que haya aparecido en escena la más curiosa panoplia de elementos negativos que juntarse puedan en minuto y medio de filmación.

La campaña del no al euro se alimenta de un catálogo de llamadas al nacionalismo aliñadas con todo lo que más odian de Europa los británicos y lo que más admiran de sí mismos. 'No lo necesitamos; nuestra economía es muy fuerte', proclama con desdén un chef que parece dispuesto a reventar el túnel bajo el canal de la Mancha para aislar de nuevo al continente. Otros personajes desprecian a los 'burócratas de Bruselas' convencidos quizá de que no hay ni un solo británico en la perversa Administración comunitaria. 'No es lo mismo Grecia que Gran Bretaña', observa otro, sin razonar que tampoco California y Carolina del Sur son exactamente iguales. 'Necesitamos proyectos para el pueblo; éste es un proyecto para la élite burocrática', invoca una activista dispuesta a liderar la revolución en el país más capitalista de Europa.

El anuncio ha provocado ya numerosas reacciones. 'Una broma es una broma', ha dicho Blair, temeroso de que le acusen de no tener sentido del humor, al tiempo que apuntaba que no serán los cómicos ni las estrellas del pop los que decidan la adopción del euro. 'Es ofensivo', sintetiza con menos tibieza el líder de los liberales demócratas, Charles Kennedy. Mientras las organizaciones judías creen que es un insulto a las víctimas del holocausto, la Comisión Europea ha agotado el catálogo de definiciones: 'basto y ofensivo', 'de un mal gusto apabullante', 'insultante', 'una llamada a la xenofobia'.

También algunos conservadores británicos se han desmarcado de la parodia. 'Esta vulgaridad demuestra la profunda maldad que hay detrás de muchos de los partidarios del no y lo desesperados que están', ha declarado lord Brittan, antiguo comisario europeo y partidario del euro. 'Son sólo tres segundos de inocente comedia en un anuncio de 90 segundos', ha acertado a decir el padrino de la idea, George Eustice, director de la campaña del no. Comedia, quizá; inocente, no.

El actor Rik Mayall (abajo) encarna a Hitler en la campaña lanzada por los británicos contrarios al euro.
El actor Rik Mayall (abajo) encarna a Hitler en la campaña lanzada por los británicos contrarios al euro.AP

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