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Columna
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La lentitud

Contra la pérdida de la naturaleza nació la ecología, contra la desaparición de la historia creció el gusto por el revival, contra la comida rápida surgió el slow food. Guisar sin premura y comer con parsimonia, disfrutar los sabores y paladear el placer del intervalo. El movimiento a favor de la lentitud reagrupa hoy todas las nuevas protestas del mundo. Es despacioso como los ritmos naturales, es evocador y respetuoso con el pasado, es amoroso con los discapacitados o los ancianos. En realidad, en torno a lo lento, se ha ido componiendo una nueva revolución ideal. Si al sistema económico se le priva de su velocidad se estropea la globalización nociva, si acaban las invasiones atropelladas se sofrena la colonización financiera y cultural. Apostar por lo que es moroso en el amor, en los intercambios de mercancías, en la producción o el arte es presentar una oposición completa. El verdadero feminismo, el feminismo femenino, fue siempre amante de los acercamientos sin prisa. El pacifismo requiere la conversación, las opciones urbanas apoyan el paseo por los espacios públicos antes que el tráfico por las calzadas, la sanidad o la educación exigen paciencia antes que la urgencia, la rutina o la pragmática.

En la carretera, los coches que van más deprisa son, casi siempre, los que menos valen. Nunca es más majestuoso un coche de Fórmula 1 que cuando se incorpora desapresuradamente a la parrilla de salida o cuando regresa a boxes. La velocidad es hoy vulgar y dañina. Semejante al virus, el cáncer, la intoxicación o la epidemia. No habrá una humanidad sana hasta que se haya desprendido de las anomalías de la celeridad. La velocidad, que fue celebrada a comienzos del siglo XX, cuando ignoraban sus efectos, es al principio del siglo XXI una patología total. El atributo más peligroso y la seña de que la calidad se ha sacrificado en beneficio de un plus suicida. McDonald's o Burger King se desafían ahora en Estados Unidos por servir la hamburguesa en 59 segundos, en 58 segundos, en menos siempre de un minuto. Por encima de ellos, al margen de ellos, miles de locos asociados en 45 países son hoy los pioneros de un mundo donde se trabaje, se coma y se ame apreciando la breve ración de vivir.

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