Esperando a Armstrong
Igor Galdeano culmina en Alemania un fin de semana que anuncia buenas sensaciones de los españoles ante el Tour
Lance Armstrong está contrariado. Se ha quedado sin rivales a la vista. El campeón americano, con tres Tours, ya apunta al cuarto y no ve quién le puede hacer sombra. Los duelos de años anteriores con Ullrich se han evaporado. El alemán no sólo no puede con él, sino que este año ni siquiera acudirá a Francia por una lesión de rodilla. Pantani ha sido su otro rival, en realidad el único con el que se ha retado cara a cara, pero el italiano es un sólo recuerdo. Armstrong está obsesionado en que su grandeza debe medirse por la importancia de sus adversarios, y este año no los encuentra. Su último asidero era Simoni, el ganador del Giro 2001, pero sus dos positivos por consumo de cocaína le han retirado de la circulación.
A Armstrong, vecino de Girona, sólo le queda mirar a sus vecinos españoles. A Beloki, dos veces tercero en el podio de París, que ayer ganó la última etapa de la Bicicleta Vasca (la general la ganó su compañero Mikel Zarrabeitia) para relamerse de sus sensaciones negativas en los últimos días. A Sevilla, el chisposo escalador albaceteño que el sábado entró de la mano de su compañero Botero en Aix-les-Bains, en una exhibición del Kelme en la Clásica de los Alpes. Y a Igor González de Galdeano. Armstrong ya ha visto de cerca al ciclista del ONCE-Eroski este último mes, y la mirada de Galdeano es de ganador. En la contrarreloj de la Midi Libre, hace dos semanas, Igor ganó por seis segundos al americano. 'No estoy al 100% todavía y mi crono no fue perfecta', se disculpó el texano, que se resarció ganando la general por nueve segundos al vitoriano.
Igor ha seguido su progresión y ayer ganó la Vuelta a Alemania después de una semana de duelo particular con Aitor Garmendia (Coast). Nunca había llegado al mes de junio en tan buena forma. Y no hay mejor indicio que las victorias para saber que uno llega preparado a la gran cita: el Tour empieza el 6 de julio en Luxemburgo.
Igor lo tiene todo para ilusionar a su gente. El quinto puesto conseguido el año pasado en su primera participación en la Grande Boucle ya significa un buen augurio, aunque acabó a 13 largos minutos de Armstrong. El corredor del ONCE, de 28 años, tiene casi olvidado su incomprensible desfallecimiento en Torrelavega, en la contrarreloj de la Vuelta a España que preludió los problemas para su equipo en la carrera, que acabó con su propia retirada y la de Beloki. Igor, un tipo templado, paciente y familiar, sabe dosificar su temperamento. Eso sí, cuando lo saca de dentro resulta difícil de frenar. En uno de esos momentos delicados, logró el año pasado el récord de velocidad de la Vuelta al marcar en la etapa de Logroño a Zaragoza un promedio de más de 55 kilómetros por hora.
Lleva las dos ruedas en los genes, aunque tardara en entenderlo. Competía su hermano mayor, Álavaro, compañero ahora en el ONCE. Competía su hermana, Ainhoa. También su primo, Iñigo González de Heredia, ya retirado. La excepción era su otro primo Roberto Olabe, ex jugador y último entrenador de la Real Sociedad, que se decantó por el fútbol.
Igor esperó a los 11 años para dar pedales en serio, y desde entonces ha convivido casi siempre cerca de la victoria. Nunca olvidará que ganó su primera carrera, en un barrio vitoriano, vestido con una camiseta blanca, mientras sus rivales iban equipados con maillots. El ciclismo con letras mayúsculas no le descubrió hasta 1999, con aquella entrada triunfal en Ordino Arcalís, repartiendo besos a diestro y siniestro, que anticipó su segundo puesto en la Vuelta. Quién sabe si ahora está ante otro nuevo salto en su carrera. Armstrong está esperando.
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