La rocamágica
NUESTRO DESTINO era el Uluru (Ayers Rock) después de cruzar el desierto. Partimos de Adelaida, la capital del Estado de Australia del Sur, con la idea de conducir por carreteras secundarias y no por la única carretera asfaltada que atraviesa el país de Sur a Norte. Después de explorar la región montañosa de Flinders Rangers rodeados de wallabies, unos animales semejantes a pequeños canguros, hicimos parada en Broken Hill, típico pueblo minero, para comprobar si existía o no el hotel Mario, donde se alojaron las tres drags de la película Priscilla, reina del desierto. Y no sólo encontramos el hotel, sino que nos lo enseñó el auténtico Mario, uno de los actores de la película. Continuamos viaje, con un paisaje cada vez más inhóspito: rectas, calor, moscas que obligan a ir con mosquitera en la cabeza si no quieres volverte loco... Bordeamos el Eyre, lago de sal a 12 metros bajo el nivel del mar y, por fin, después de atravesar la big fence, una valla de más de 5.000 kilómetros que guarda al ganado de los dingos salvajes, llegamos a Coober Pedy, pueblo donde hay gente que vive bajo tierra, en antiguas minas de ópalo. En las pozas de los manantiales naturales de la zona es posible bañarse. Y desde aquí fuimos al parque nacional del Uluru. Aquel atardecer fue inevitable sucumbir al magnetismo de la roca, y pasamos sin casi notarlo más de tres horas admirándola.
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