Los operadores españoles se la juegan para que el UMTS sea un éxito en 2004
Telefónica Móviles pideun estándar para que se 'entiendan' los aparatos sea cual sea su marca - Los pasos previos al 3G, como WAP y GPRS, no despegan - Los fabricantes de terminales, a la espera de los servicios
Las licencias de telefonía multimedia (UMTS) se concedieron en España en marzo de 2000. La primera fecha oficial para su lanzamiento era agosto de 2001; la segunda, junio de 2002; pero, la sociedad no lo verá masivamente 'hasta mediados de 2003 o 2004', según Anna Birulés, ministra de Ciencia y Tecnología.
El sábado, 1 de junio, Telefónica Móviles, Vodafone, Amena y Xfera cumplirán el trámite oficial del Ministerio y empezarán a comprobar la capacidad para dar servicios de voz y datos, sin fallos de conexión, en las ciudades con más de 250.000 habitantes.
El consejero de Amena, Belarmino García, considera que la situación técnica y la de los terminales móviles presenta incertidumbres. 'Habría que hablar del primer semestre de 2003 para UMTS comercial como la opción más optimista'.
¿Cómo resolver el problema técnico? 'Para llegar al gran público hay que definir un sistema operativo para todos los terminales'. Esto lo dice Luis Lada, presidente de Telefónica Móviles. Reclama un estándar que permita entenderse a los distintos terminales, y en toda Europa. 'Hay que estandarizar los terminales y aplicaciones para garantizar la viabilidad del UMTS. Hay un estándar de red, pero nada para los teléfonos. Esto puede estrangular el mercado'.
Mientras que hasta ahora los gobiernos se han centrado en legislar sobre las infraestructuras de los operadores, no han prestado atención a los sistemas operativos de los móviles, fundamentales para que los abonados puedan recibir los nuevos servicios.
La ministra Anna Birulés explicó hace unos días que la Presidencia española en Europa ha planteado el establecimiento de plataformas abiertas y estándares únicos.
¿Hegemonía europea?
Lada teme que Europa, que ha liderado el mercado de la telefonía móvil mundial, 'pueda perder la hegemonía en la tecnología del futuro'. Sus temores los comparte esta semana la revista norteamericana BusinessWeek: 'La industria de la telefonía europea ve que cuando se menciona 3G, los inversores salen corriendo. Es una debacle continental'.
Optimistas o no, los operadores españoles están dispuestas a que la nueva generación tire adelante. Como sea. Han invertido muchos millones de euros, pero también son conscientes de que los beneficios tardarán en llegar.
'Partiendo de la base de que vamos a perder dinero en los primeros años, hemos de definir el negocio', explica Cristina Álvarez, responsable del proyecto UMTS de Vodafone.
Álvarez no esconde sus miedos. 'El principal temor es defraudar unas expectativas que se han inflado. No podemos salir al mercado si, como mínimo, los nuevos terminales no cumplen con los requisitos actuales (GSM)'.
Xfera es la cuarta operadora española. UMTS será su único negocio. 'Tendremos que empaquetar los servicios de forma atractiva. La videoconferencia es uno de ellos; pero habrá muchos más... transmisión de fotos a gran velocidad, aplicaciones de micropago, acesso a la red corporativas...', afirma Santiago Moreno, de Xfera, quien prevé que los terminales estén listos para finales de 2003.
La esperanza de servicios que enganchen reside en el MMS, mensajes con textos, imágenes y sonido. MMS se apunta como la tabla de salvación. El objetivo es que la mensajería multimedia revolucione el mercado como lo han hecho los actuales mensajes cortos (SMS).
La ausencia de aparatos y servicios son dos de los frenos de UMTS. Ya fueron un problema en servicios soportados por WAP (2G) y el sistema de conexión GPRS (2,5G). 'WAP y GPRS como tecnologías no son un fracaso; sí lo han sido los terminales y lo que hasta ahora hemos hecho con ellos, o sea, sus aplicaciones. Si a lo largo de este año vemos ya terminales de color para servicios multimedia, es cuando se van a popularizar', dice Álvarez.
De momento, Telefónica Móviles cuenta con más 50.000 clientes de GPRS este año, cuando su previsión para el año pasado era de 250.000.
El uso de servicios sobre WAP, con dos años de antigüedad, no es más alentador. De un parque de 17 millones de móviles de Telefónica, más de un millón son habituales a WAP, según datos de la empresa. 'Pero UMTS va a aportar ancho de banda y calidad garantizada para servicios que, de lo contrario, eran inviables', dice Álvarez. 'El trinomio tiene que ser: tecnología (lo primero que estará), terminales (a finales de este año) y aplicaciones multimedia (también a finales de 2002). A la larga convivirán GPRS y UMTS según las aplicaciones'.
Toca esperar.
FOMA no repite el éxito de i-Mode
El Imperio del Sol aleccionó a Europa: un imperio con 60 millones de suscriptores de telefonía móvil. La principal empresa telefónica de Japón, NTT DoCoMo, lanzó en octubre el primer servicio comercial de telefonía móvil de tercera generación (3G). El estreno llegó con seis meses de retraso por repetidos problemas de cobertura y en los aparatos, lo que obligó al principio a limitar la cobertura a un radio de 30 kilómetros dentro de Tokio. En marzo de 2002, Japón rozaba los 100.000 suscriptores de 3G, pese a que las previsiones apuntaban a 150.000. 'Es una cifra ridícula para el mercado japonés. Por un lado, produce envidia el adelanto que nos llevan; por otro lado, es una jarro de agua fría', dice Santiago Moreno, de Xfera. El 3G japonés no se llama UMTS, sino FOMA (Freedom of Mobile Multimedia Access); pero es lo mismo: distribución de vídeos, música y texto. Para disfrutar de todo eso, el japonés tiene que pagar un abono mensual mínimo de 33 euros, y comprar un teléfono de unos 500 euros. Tres operadores tienen licencia para ofrecer 3G en Japón. Además de NTT DoCoMo, KDDI, que en un mes ha triplicado los abonados de DoCoMo, y J-Phone, que empieza este mes de junio. Los 30 millones de japoneses que disfrutan del servicio de Internet móvil i-Mode no se han trasladado al FOMA, entre otras cosas, porque sale más caro enviar mensajes o jugar a los comecocos mientras se va en metro. El éxito de i-Mode fue vender un servicio (juegos, sintonías, mensajes, avisos), no una tecnología.
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