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Crónica:FERIA DE SAN ISIDRO | LA LIDIA
Crónica
Texto informativo con interpretación

Puerta grande barata para Ponce

Antonio Lorca

Enrique Ponce cortó tres orejas y salió a hombros por la puerta grande de las Ventas. Pero fue una puerta grande muy barata. Más bien, Madrid fue una plaza muy barata para el torero de Chivas. Es que Madrid ya no es lo que era. Al menos, ayer no lo fue. La fama de plaza exigente y entendida es agua pasada. Ayer, Madrid fue una verbena.

Un entusiasmo desmedido se apoderó de los tendidos mientras unos pocos protestaban con toda la razón del mundo. Quizá, la causa hay que buscarla en la gran cantidad de gente guapa, turistas y forasteros que pueblan las Ventas y confunden la diversión con las orejas. Nada menos que tres le concedieron a Ponce, y casi todos salieron felices en la creencia de que habían visto el toreo en su estado puro. Pues nada más lejos de la verdad.

Pérez Tabernero / Vázquez, Ponce, Cortés

Cuatro toros de Javier Pérez Tabernero, mal presentados (1º y 2º, impresentables), inválidos y nobles; destacó el 3º; y dos de José Luis Pereda, 5º y 6º, desiguales de presentación, blandos y nobles. Curro Vázquez: media atravesada y un descabello (palmas); pinchazo y bajonazo descarado (pitos). Enrique Ponce: gran estocada (dos orejas con protestas); estocada baja (oreja). Salió a hombros por la puerta grande. Antón Cortés, que confirmó la alternativa: dos pinchazos, -aviso- y media estocada (ovación); estocada baja (oreja). Plaza de Las Ventas, 24 de mayo, 12ª corrida de feria. Lleno.

Para empezar, se cumplió la norma: figura en el cartel, baile de corrales. Nada menos que doce toros fueron rechazados por los veterinarios. Y algunos de los que salieron, absolutamente impresentables. El primero, por ejemplo, era una sardina y, curiosamente, nadie dijo ni pío. El segundo, tal cual, y nada de nada, lo que viene a demostrar la enorme influencia que pueden tener las figuras sobre los públicos ávidos de diversión.

Y salió el primer toro de Ponce, el de la euforia desmedida, muy justo de presencia y blando de remos. Lo toreó muy bien a la verónica, con ese capote grande que se gasta este torero, pero con las manos bajas, con hondura y cadencia, y remató con una buena media, una revolera y una larga muy vistosas. Quitó después por verónicas estimables que cerró con una media de auténtico cartel.

El toro se viene arriba en la muleta. Un cambio de manos elegante y lo cita de lejos con la derecha. Comienza la sinfonía del toreo moderno, al hilo del pitón, sin cruzarse, acelerado, ventajista, a años luz del toreo hondo y puro que significa embarcar la embestida y romper en la cintura. Otra tanda similar; unos naturales rápidos, un molinete ajustado, medios pases de frente y unos largos ayudados por bajo. Estocada en lo alto y dos orejas. Pues, muy bien. El público manda y el presidente asiente. Pero el bueno fue el toro, que nunca fue dominado por el torero.

Al quinto, más aplomado, lo toreó con decoro a la verónica, y continuó en la misma tónica en la muleta. Gestos de desmayo que encierran trampa, mala colocación, abuso del pico, un largo pase de pecho y tres circulares completos. Euforia total, mentira absoluta.

Sí toreó el más novato, muy bien, por cierto. Antón Cortés se las vio con la sardina primera y demostró que tiene empaque de torero, buen corte y mejores hechuras. Fue toreo de salón, pero fino y elegante. Se empleó a fondo en el sexto, gordo y muy blando, y consiguió redondos ligados y un par de naturales de ensueño. Toreaba cruzado y, así, el toreo marca la diferencia. La oreja fue merecida.

Y también estuvo Curro Vázquez. Una parte de la plaza lo recibió con aplausos y él contestó con una inhibición total. A eso se le llama devolución de cariño. A su primero lo masacraron en varas con su asentimiento y el torero se mostró muy triste y precavido. Y en el cuarto... que no quiero verlo, que no quiero verlo, y que no lo vio, oye. Ni se puso delante. Si no está en condiciones de torear, ¿por qué se anuncia?

La gente guapa salió muy contenta. La afición, en su casa, añoraba el pasado. Lo de las Ventas de ayer, una verbena. Una pena.

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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