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AL VOLANTE | PRUEBA
Columna
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Potencia y agilidad

El diseño atrevido y original del PT Cruiser no limita su carácter práctico en el uso familiar. Pero, a pesar de su aspecto retro, tiene el comportamiento dinámico de los modelos más modernos de su tamaño, y ahora, por fin, estrena un moderno motor de gasóleo, fundamental en Europa.

Un turbodiésel de Mercedes

La novedad más importante del PT Cruiser 2002 es el nuevo motor 2.2 CRD turbodiésel de 121 CV. Se trata del mismo que monta el Mercedes Clase C, con inyección directa y raíl común, pero presenta ligeras modificaciones. Aparte de adaptarse muy bien a este modelo de Chrysler, lo convierte en el monovolumen compacto con el turbodiésel más potente. Además, mueve muy bien el peso, y a pesar de la discreta aerodinámica del PT consigue unas prestaciones buenas para viajar, incluso a plena carga, y tiene nervio en ciudad. Sólo le falta algo más de fuerza por debajo de 1.800 vueltas, porque le cuesta recuperarse. Pero a partir de ahí acelera con rapidez y alegría manteniendo un tono suave, refinado y silencioso. El cambio, aunque tiene un accionamiento mejorable en rapidez y precisión, está bien escalonado y permite sacarle partido sin necesidad de reducir a menudo.

Estas virtudes se completan con unos consumos ajustados, aunque menos que los de otros turbodiésel europeos, en parte por su mayor cilindrada. Gasta unos 7 litros a ritmos legales, sube a 9 en ciudad y llega a 10 en conducción rápida y a plena carga.

Suspensiones europeas

El PT turbodiésel monta unas suspensiones mejor equilibradas que la primera versión que llegó a Europa. Los reglajes son enérgicos, pero absorben mejor los baches, y, al contrario que las primeras unidades, no sacrifican el confort. Además, aportan un buen comportamiento y una estabilidad correcta en todos los trazados. En carreteras viradas no balancea más de la cuenta y en trazados rápidos circula con aplomo.

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Sin embargo, los asientos delanteros, estrechos y sin apenas sujección lateral, resbalan todavía más con la tapicería de piel y acaban siendo incómodos, sobre todo en zonas de curvas. Y la dirección mantiene su escaso ángulo de giro en las maniobras y acusa un poco el mayor peso del motor diésel. En cambio, los frenos incluyen ABS de serie en esta versión y detienen bien el peso, aunque no pueden añadir el control de estabilidad ESP, una limitación importante en un coche familiar.

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