Manuel Boix presenta 'El rostre', una serie sobre el movimiento y lo cotidiano
La sala de arte de la UPNA exhibe 12 piezas del autor valenciano
'Para el creador, la seducción es lo más importante', asegura Manuel Boix (L'Alcúdia, Valencia. 1942), quien ha vuelto a sus orígenes cometiendo el 'suicidio' de desarrollar su obra en grandes formatos escasamente comerciales. El pintor, escultor e ilustrador gráfico expone actualmente en Pamplona una colección de 12 piezas de técnicas mixtas, escogidas para la ocasión, en una serie titulada El rostre / El rostro / The visage
Boix, una figura ya consagrada del arte español contemporáneo, recoge en esta exposición buena parte del trabajo que ha ido realizando a lo largo de los dos últimos años. 'Hay que tender una trampa al espectador para que cuando se acerque a un cuadro quede atrapado y no sepa por qué', afirmó el autor en la presentación de la muestra, que estará abierta al público hasta el próximo 26 de mayo en la sala Carlos III de la UPNA. Esta iniciativa sirve además para conmemorar los 15 años de creación de la Universidad Pública de Navarra.
En la serie El rostre destaca el uso del blanco y negro, que pueden ocultar sin vacíos todo el espacio del color en las obras del creador valenciano. El carboncillo incluye, no obstante, algún toque de color 'para aclarar al espectador que eso es una ficción', en palabras del artista, así como manchas de óleo sobre los dibujos.
Los formatos elegidos son, en algunos casos, monumentales, de hasta dos por cuatro metros. 'Hay cuadros que no pueden ser de otra manera, como hay vidas que no pueden ser de otra manera', explica el artista, quien, con todo, ha optado en los últimos tiempos por una producción más sencilla.
Los mínimos
'Lo mío son los mínimos, en el color y el tema, así como en su manipulación', añade.
Licenciado en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Carlos (Valencia), Boix inició su andadura plástica en los años 60 participando en las corrientes del realismo, el pop y la nueva figuración con un virtuosismo técnico que en los 70 se hizo explícito.
Premio Nacional de Artes Plásticas en 1980, Boix residió en Nueva York y, a comienzos de los años 90, se centró en la realización de piezas de amargo realismo y en sus trabajos escultóricos. Sus obras pueden verse en las colecciones de museos como el de Arte Contemporáneo de Sevilla, el Nacional de Wroclaw (Polonia), el Ciudad de Taipei (Taiwán) o el Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM). Posee además una veintena de premios nacionales e internacionales.
La elección del rostro para su serie radica, según el autor, en el hecho de que el físico humano es el elemento 'perfecto' para transmitir el movimiento en la inspiración del vivir cotidiano.
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