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ASCENSO DE LA ULTRADERECHA EN FRANCIA

Los comunistas de Hue obtienen el peor resultado de su historia

Nunca los comunistas franceses de 1946, cuando contaban con más de un millón de afiliados, hubieran podido pensar que en 2002 la lucha final sería por la supervivencia. El pasado lunes su candidato a la presidencia, Robert Hue, obtuvo el 3,39%, el peor resultado conocido por un comunista, la mitad de los votos ganados por el anodino y olvidado André Lajoinie en 1988 y muy por debajo del 8,6% que el propio Hue consiguió en 1995.

Para el PCF la catástrofe es enorme por muchas razones: porque confirma un retroceso continuado y que parece imparable, porque deja el partido fuera del reembolso estatal de la campaña publicitaria, porque confirma que Hue no es un líder pero no hay nadie, de momento, que quiera ocupar su plaza, y porque los trotskistas, los de Arlette Laguiller y los del joven Besancenot, han quedado ambos por encima del PCF.

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El socialismo francés queda a la deriva

Al PCF, habituado a la cultura de la protesta, no le sienta bien el verse embarcado en el gobierno y la gestión. Su viejo radicalismo se desvanece, su capacidad para movilizar a través del sindicato CGT queda paralizada y, lentamente, el partido se convierte en sombra de lo que fue. Sus ministros -Jean Claude Gayssot como titular de Transportes y Marie Georges Buffet al frente de la cartera de Juventud y Deporte- tienen muy buena imagen, pero en modo alguno encarnan a las clases populares, a los obreros en paro o mal pagados.

Y el supremo escarnio les llega de los dos grupos trotskistas, de la secta Lucha Obrera (5,75%) o de la Liga Comunista Revolucionaria (4,27%), más intelectual pero igual de radical, que hoy se plantean lanzar una OPA sobre el electorado comunista tradicional, ya en parte seducido por los herederos del antes traidor Trotsky, que ahora lanzan llamamientos a favor de 'un relanzamiento de la esperanza entre la izquierda'.

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