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GESTIÓN Y FORMACIÓN

El reto de crecer con los nietos

Empresarios y expertos trabajan para reducir la alta mortalidad de los negocios familiares

No hay empresa familiar que dure 100 años, afirma un dicho. Aunque el 20% de las grandes firmas españolas está ligada a un apellido, el 70% de estos negocios desaparece en la primera generación y el 90% no existe ya para los nietos. Cómo garantizar la sucesión ha sido uno de los temas claves del Seminario Internacional sobre Empresa Familiar, celebrado en Bilbao.

El 76% de las grandes empresas británicas y el 35% de los nombres de la prestigiosa lista 'Forune 500' están ligadas a un apellido
Las empresas familiares aportan el 65% del PIB en España pero sólo un 10% de estos negocios consigue llegar a la tercera generación
El Instituto de Empresa Familiar cree que el reto es planificar la sucesión, incorporar directivos profesionales y obtener recursos externos

Unos 50 dueños de grandes empresas familiares y una veintena de expertos en este tipo de organizaciones han acudido a la reunión anual de Family Business Consulting Group International, celebrada en la capital vizcaína. Entre los grandes empresarios se encontraba el portugués Belmiro de Azevedo, un hombre hecho a sí mismo con una historia empresarial de sueño americano y que hoy día dirige el holding Sonae, que extiende sus ramas por los sectores de la construcción, inmobiliario y madera y que va como un tiro, cuando ya la segunda generación trabaja en la empresa.

Entre los expertos con los que Azevedo y nombres de emporios familiares como el mexicano Guillermo Zambrano, presidente de Proeza, pudieron debatir, estuvieron en Bilbao la israelí Tamar Milo, profesora de la Universidad de Tel Aviv y especialista en resolución de conflictos en este tipo de empresas, y el estadounidense, John Ward, de North Western University.

'Nuestra intención es reunir a empresas multigeneracionales, multinacionales y muy grandes que son clientas nuestras y promover un intercambio de experiencias y estrategias entre los expertos internacionales y los empresarios', explica Miguel Ángel Gallo, copresidente junto a Drew Mendoza de Family Bussiness Consulting Group International.

Titular de la cátedra Empresa Familiar del IESE de Barcelona, la primera de estas características creada en España, Gallo mantiene que si las empresas familiares consiguieran reducir a cero su mortalidad 'tendríamos pleno empleo'.

Los datos avalan su tesis: este tipo de empresas crea el 80% del empleo privado en España. Fuera de nuestras fronteras, su peso también es importante. El 76% de las grandes empresas de Gran Bretaña y el 35% de los nombres de la prestigiosa lista Fortune 500 están ligadas a un apellido.

Pero estas grandes empresas, que han conseguido no sólo mantenerse durante varias generaciones sino hacerse un hueco en la historia económica de sus respectivos países, son sólo una de las caras de este tipo de negocios. La otra es ese 90% de firmas que ya han desaparecido cuando los nietos del fundador llegan a la edad de trabajar.

¿Cómo asegurar la supervivencia? Es la pregunta del millón. Desde el Instituto de Empresa Familiar, que preside José Manuel Lara Bosch, se asegura que la ruptura en la continuidad se produce porque el empresario familiar no consigue responder a tres retos fundamentales: planificar la sucesión, incorporar directivos no familiares y conseguir recursos financieros externos o alianzas con otras empresas sin perder el control efectivo.

En opinión de Gallo, la principal causa de la baja supervivencia de estos negocios son la resistencia al cambio de los fundadores y las dificultades para conservar el espíritu emprendedor en las siguientes generaciones. Se trata de 'conseguir que los hijos no se dediquen a comprarse Porsches y a vivir en San Remo', señala Gallo.

En este objetivo juegan un papel fundamental los protocolos familiares que, según este experto, 'deben estar destinados a que el proyecto de empresa enamore a los miembros de la familia y a favorecer un clima de confianza entre la propia familia y de ésta con los ejecutivos externos'.

Mientras desde el Instituto de Empresa Familiar se demanda la creación de un estatuto y marco jurídico que proteja a estas firmas -sobre el que ya están trabajando los ministerios de Economía y de Hacienda-, Gallo no es partidario de una ley que obligue 'a que todas las empresas familiares tengan un protocolo', una opinión que comparte con el presidente de Sonae. Gallo defiende, eso sí, que ayudaría mucho a estas empresas contar con un mercado secundario o terciario de venta de acciones, como existe en otros países.

La donación anónima

Una misteriosa donación ha encaminado la vida profesional de Miguel Ángel Gallo (Zaragoza, 1933) hacia la investigación de la empresa familiar. Este ingeniero industrial trabajaba en internacionalización de empresas en el IESE de Barcelona en 1988, cuando un empresario donó a esta universidad 1 millón de dólares para la investigación de la empresa familiar, con la condición de permanecer en el anonimato. Aquella donación ha dado sus frutos. Entre ellos, conocer las particularidades de estos negocio. 'No hay diferencia entre gobierno y dirección de empresa; lo que más influye en la elección de estrategias es la persona que tiene el poder y que suele ostentarlo durante un cuarto de siglo, mientras en el resto de las empresas el poder se ostenta una media de 10 años, y a las empresas familiares les cuesta muchísimo pedir deuda. El ratio de endeudamiento es bajísimo, tres de recursos propios frente a uno de ajenos; en las no familiares, la proporción es justo la contraria', asegura Gallo.

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