Lluvia
No sé quién haría aquella traducción tan desacertada de que la lluvia en Sevilla es una maravilla. Entre semana se soporta lo mejor que se puede porque no hay más remedio que salir a trabajar, pero el fin de semana nos fastidia cantidad. Claro que siempre hay quien se alegra, como los agricultores que la necesitan y también, quizá, algún que otro responsable de los programas de la tele; porque esta ciudad se pone tan desagradable en cuanto caen tres gotas que los días de descanso casi nadie sale a la calle. Y una vez encerrados en casa, ¿qué vamos a hacer? Como no parece que seamos aficionados a leer ni el periódico, pues lo único que nos queda es comer, dormir lo más posible y ver la tele.
En cuanto a lo de comer, depende, porque como llueva el sábado, el domingo comemos de los restos. Hay quien no sale ni a comprar el pan. Claro que todo tiene su razón, y es que como nadie se va de fin de semana no hay quien aparque el coche cerca del súper. Ni que decir tengo que las bolsas de la compra y el paraguas son incompatibles. Eso suponiendo que tengamos paraguas, pues hay casas en donde no hay ninguno y casas en donde están todos los que se pierden. Para colmo, como cada vez los compramos más baratos, son tan pequeños y enclenques que la menor brisa los vuelve del revés, situación que a los que van a pecho descubierto les divierte muchísimo.
Ir al cine podría ser una buena solución, pero para nosotros acaba siendo una heroicidad: salga usted primero a la calle; entre en el coche sin mojarse y se pondrá pringado al meter el paraguas; salga usted del aparcamiento, llegue a la calzada y crúcela sin pisar un charco, que ya es difícil; pero contra lo que no podrá luchar es contra los chorreones que arrojan los coches al pasar. A la salida del cine vuelva usted de nuevo a empezar pero al revés.
Domingo, 15.30 horas. Un trueno descomunal me sacude el ordenador y llueve a cántaros. Deja de llover de repente, como si la tormenta hubiera sido el postre final, pero el viento sopla con fuerza y el cielo no rompe ese gris amenazador e imperturbable. Espero que el jueves hayamos recuperado el sol y este faldón no resulte inoportuno.
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