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Crónica:FERIA DE ABRIL | LA LIDIA
Crónica
Texto informativo con interpretación

Pinceladas de buen toreo

Hubo pinceladas de buen toreo. ¡Albricias! Ocurrió en el quinto, de la mano de Cepeda, que atesora calidad, aunque se resista a mostrarla. Era un toro blando, muy blando, sin acometividad, pero noble. El torero se relajó y dictó una lección de buen toreo con la muleta, por ambas manos.Sus muletazos resultaron lentos y largos, plenos de empaque, de buen gusto, de sabor a toreo de siempre. Tocó la música, aunque a la faena le faltó toro, y, por tanto, emoción. La verdad es que quedaron sobre el albero pinceladas de arte. Pero, como era de esperar, Cepeda pinchó y todo quedó en una vuelta al ruedo.

Eso fue todo. La corrida, astifina, mansa y descastada; Pepe Luis, en su tono habitual; Cepeda no se estiró con el capote; y el primer toro de Dávila se partió el pitón derecho en el encuentro con el caballo, y el sexto se vino abajo. Total, que las pinceladas supieron a gloria.

Gavira / Vázquez, Cepeda, Dávila

Toros de Gavira, grandes y astifinos, mansos, descastados y muy blandos. Pepe Luis Vázquez: pinchazo, media pescuecera y dos descabellos (silencio); tres pinchazos y tres descabellos (silencio). Fernando Cepeda: pinchazo y casi entera (silencio), pinchazo y casi entera (vuelta). Dávila Miura: estocada tendida (silencio); estocada baja y un descabello (ovación). Plaza de la Maestranza, 9 de abril. 6ª corrida de abono. Media entrada.

Por si alguien aún no lo sabe, que quede constancia: Pepe Luis no es un gladiador. Más bien, es un artista medroso, con escasa técnica, que no quiere pelea. Ha cumplido 21 años de alternativa y, a este paso, puede durar más que Pedro Romero. Expone poco, ésa es la verdad; el público se molesta, lo que es normal, pero él se muestra impasible y flemático, lo que no deja de ser una cualidad. Pero no engaña a nadie. Cae bien en cualquier cartel y siempre se espera el milagro que nunca llega. ¿De qué se queja nadie? De su total inhibición, tal vez. Verán: salió su primero, astifino, como todos, y Pepe Luis parecía decir: 'Que no quiero verlo', y mandó a que lo parara un banderillero. 'Maestro, ahí lo tiene usted ya', y Pepe Luis: 'Sigue tú ya que estás ahí'.

También miró para otro lado a la hora de picar, aunque el piquero tenía orden de que diera fuerte. Y lo que son las cosas: coge Pepe Luis la muleta, cita, se viene el toro y se le cuela por el pitón derecho para haberlo matado. Lo que faltaba. Se acabó. Ni lidia ni nada que se le parezca. Cuatro trapazos y adiós muy buenas. El toro no era bueno, pero en sus manos parecía un barrabás. La historia, más o menos, se repitió en el cuarto, un manso de libro que entró siete veces al caballo para salir en estampida otras tantas. El toro se paró en la muleta, y ¿qué cree usted que hizo Pepe Luis? Pues, eso.

Fernando Cepeda intentó el toreo a la verónica, pero no pudo ser. Bueno, parece que lo intentó, o, tal vez, no era más que el deseo del respetable. Lo cierto es que no toreó porque los toros no eran claros en sus embestidas. Y tampoco Cepeda es gladiador, que quede claro. Su primero no quería salir de chiqueros; de hecho, salió a regañadientes y volvió a entrar por dos veces. No quería pelea, y ya está. Y lo demostró en todos los tercios. El torero consiguió algún derechazo estimable a fuerza de insistir, pero el toro se aculó en tablas y de allí no salió hasta que se lo llevaron las mulillas.

Dávila Miura tuvo la negra. Su primero se partió el pitón derecho en su encuentro con el caballo. Se acabó el toro y se consumó otro atraco al público, esta vez en forma de Reglamento que impide la devolución de una res que se lesiona durante la lidia. Hubo algunas leves protestas... pero 'Pssss, cállese, por favor, que estamos en Sevilla', y el presidente respiró. Dávila se la jugó de verdad en el sexto, valiente y seguro, ante un toro que se apagó muy pronto. Queda para el recuerdo la seriedad, la seguridad y las ganas de triunfo de un Miura con mala suerte.

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