El gánster
Blancas: M. Tal. Negras: V. Smyslov. Defensa Caro-Kann. Bled, 1959.
1 e4, c6 / 2 d3, d5 / 3 Cd2, e5 / 4 Cg-f3, Cd7 / 5 d4, d - e4 / 6 C - e4, e - d4 / 7 D - d4, Cg-f6 / 8 Ag5, Ae7 / 9 0-0-0, 0-0 / 10 Cd6 (Tal tiene ventaja, sin duda, pero se enfrenta a uno de los más formidables jugadores de defensa de la historia) 10... Da5 / 11 Ac4, b5 (natural; no es posible 12 Ab3, c5, ganando material, y si el alfil se retira a d3 o e2, 12... D - a2, etcétera. Pero Tal no tiene la menor intención de quitar su pieza atacada) / 12 Ad2, Da6 / 13 Cf5, Ad8 / 14 Dh4! (una insólita entrega de pieza basada en un cálculo de asombrosa profundidad) 14... b - c4 / 15 Dg5, Ch5 (si 15... g6 / 16 Ac3, con ataque formidable) / 16 Ch6 j., Rh8 / 17 D - h5, D - a2 (éste es el momento clave de la partida; la jugada de Smyslov da tiempo a Tal a poner otra pieza apuntando al enroque adversario. Las posibilidades son múltiples, y prácticamente imposibles de agotar en el análisis) / 18 Ac3, Cf6 (diagrama) / 19 D - f7!! (se dice que, comentando esta jugada después de la partida, Smyslov exclamó: '¡Este muchacho es un gánster del tablero!'. Este cronista le preguntó al propio Smyslov si esto era cierto, y recibió la siguiente respuesta: 'No recuerdo haber dicho eso, pero estoy de acuerdo; el Tal de entonces era un gánster del tablero') 19... Da1 j. (ya no hay solución; si 19... T - f7 / 20 T - d8 j. y mate, y si 19... Te8 / 20 Dg8 j.! y mate) / 20 Rd2, T - f7 / 21 C - f7 j., Rg8 / 22 T - a1, R - f7 (el 'gánster' emerge con un botín de calidad de ventaja; el resto es sencillo) / 23 Ce5 j., Re6 / 24 C - c6, Ce4 j. / 25 Re3, Ab6 j. / 26 Ad4 y las negras abandonaron.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.