Comienzo juvenil

Por tercer año consecutivo, la temporada taurina de Barcelona comenzó con una novillada sin picadores organizada por la Escuela Taurina de Cataluña. Un comienzo juvenil, pues, con la más nueva savia de la fiesta como protagonista. Y para que los seis jóvenes aspirantes pudieran demostrar su mayor o menor aptitud para estos menesteres, dispusieron de una interesante novillada de Caridad Cobaleda, que, si bien humilló poco y le faltó algo de fijeza, fue, en líneas generales, una auténtica máquina de embestir, que prácticamente no dejó reposo a quienes se enfrentaron con ella y que pedía a todas luces un mando, un dominio y una capacidad lidiadora propia de manos más duchas.

Alejandro Rodríguez, en una faena larga, como casi todas las de la tarde, se mostró con buen corte y bastante puesto, destacando en una serie al natural y en una estocada de efectos fulminantes. Antonio José Rodríguez, con cierto corte artístico, anduvo algo dubitativo y falto de recursos, pasando un auténtico calvario con la espada y con el novillo con la cara por las nubes. El albaceteño Miguel Ángel Franco, con el ejemplar más suave de la tarde, evidenció decisión, un bagaje aceptable y un buen toreo de muleta con la mano diestra.

Juan de Lucía, con el peor novillo, mostró buen corte, pero le tropezaron en exceso los engaños. Robles Cano, con un bravísimo novillo, hizo una gran y valerosa faena, malograda por el mal uso de la espada. Y finalmente, Enrique Guillén, ante otro gran novillo, hizo una vibrante faena derechista, mostrando valor y recursos, pero también alguna que otra picardía, aprendida demasiado pronto y que se supone no le habrán enseñado en la Escuela Taurina de Cataluña.