Las pérdidas por el control 'antibotellón' llevan a algunos tenderos chinos a plantearse el cierre
La venta de alcohol en tiendas regentadas por ciudadanos chinos en zonas aledañas a los focos de botellón ha descendido en un 50% desde que arrancó la operación policial contra esta práctica. Lo dicen los tenderos chinos de las calles de La Palma, San Vicente Ferrer, Velarde, Dos de Mayo y Corredera Alta de San Pablo, ubicadas alrededor de la plaza del Dos de Mayo, uno de los lugares donde se concentraba más gente para beber en grupo. Desde el 1 de febrero, la policía ha denunciado a 27 locales por vender alcohol a menores (el 80%, tiendas de alimentación y frutos secos).
El proyecto de ley regional sobre drogodependencias ha puesto en jaque a los propietarios de las pequeñas tiendas de alimentación y frutos secos de las zonas cercanas al botellón. En los distritos de Centro, Chamberí, Moncloa, Tetuán y Fuencarral, la policía tiene contabilizados 180 locales de este tipo. Sólo en los alrededores del Dos de Mayo hay casi una veintena. Xuanju es una mujer de 27 años que regenta un pequeño establecimiento alquilado en Centro. '¿Cuándo tendremos que pedir la nueva licencia? El dueño de la tienda me ha dicho que vamos a tener que pedir otro permiso para vender alcohol', comenta.
Hasta que no entre en vigor la nueva norma, estos establecimientos funcionan con una licencia de comercio para locales de menos de 300 metros cuadrados que les permite vender alcochol y tener abierto un máximo de 72 horas a la semana -en el horario que quieran, pero sin superar el tope de la medianoche-, según fuentes policiales. Los establecimientos pueden acogerse a este horario, ya que en su oferta de productos hay frutos secos, patatas fritas, pan y bollería.
Plena libertad horaria
La nueva licencia a la que se refiere Xuanju es la de tiendas de conveniencia, una autorización que permite 'plena libertad horaria' a los establecimientos cuya extensión no supere los 500 metros cuadrados y que distribuyan libros, periódicos, revistas y artículos de alimentación, según la Ley de Comercio Interior de la Comunidad de Madrid de 1999. Xuanju, al igual que otros comerciantes de la zona, afirma que el negocio no va bien y que 'las ventas de bebidas alcohólicas han bajado a la mitad'.
Su compatriota Zhuxiao y el padre de ésta piensan en cerrar su establecimiento de la calle de La Palma, del que vive una familia de cinco miembros. Un portavoz de la Asociación de Inmigrantes Chinos en España asegura que son más del 30% los locales que tendrán que cesar en su actividad por la bajada de las ventas. El padre de Zhuxiao apenas habla español, a pesar de que llegó a Madrid hace 10 años. Su hija, de 19 años, que hace de intérprete, explica: 'Ahora hemos decidido cerrar a las once desde que vino la Policía Municipal y nos advirtió de que no podíamos vender alcohol a menores'.
Desde el 1 de febrero, la Policía Municipal ha denunciado a 27 locales (tanto tiendas como bares) por vender alcohol a menores. Más del 80% de estas denuncias corresponde a tiendas de alimentación y frutos secos regentadas por ciudadanos chinos. El auge de estos establecimientos se produjo a partir de 1998, después de que la policía estrechara el cerco a los talleres de confección clandestinos entre 1995 y 1998. Ese último año se abrieron más de 50 comercios en la zona de Malasaña. Zhuxiao reconoce que el alcohol es la principal fuente de ingresos de su negocio. 'Al menos lo era hasta hace un mes. Ahora, desde que se prohibió el botellón, las ventas han bajado mucho, más de la mitad. Mi padre trabajó mucho como cocinero en un restaurante para juntar dinero y poder tener una tienda, que es lo mejor que puedes hacer en España', subraya Zhuxiao. 'Si el negocio sigue así de mal, no podremos mantener todos los gastos', continúa la mujer, que añade que algunos de sus compatriotas ya han cerrado.
El precio de los alquileres de los locales en Centro oscila entre 600 y 1.140 euros al mes. La mayoría de los comerciantes compra la mercancía en grandes superficies, aunque cada vez es más común que contacten con otros proveedores. Zhuxiao habla de una 'organización' de compatriotas que informa de los locales disponibles. 'Los dueños de las tiendas son españoles', apostilla. Según un portavoz de la Asociación de Comerciantes Chinos de Madrid, no existe una organización como tal para conseguir una tienda, sino que 'cada uno va a su aire'. Pero otros vendedores reconocen que hay ciudadanos chinos que, en colaboración con los dueños de las tiendas, informan de los establecimientos que pueden o no ser alquilados.
Jiang, una comerciante de 35 años, sabe que algunos de sus compañeros están pensando en cerrar si las ventas siguen bajando. 'Nosotros aguantaremos un poco más', afirma.
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