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Columna
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Viento y marejada

Anda la calle intranquila con eso de la inseguridad ciudadana. No hay calma que hay marejada. Por donde el PSPV-PSOE lo saben, y su secretario general tiene pensado, incluso, exigir en Madrid y en Valencia que el partido del gobierno tome una serie de medidas para paliar o enderezar una situación que empieza a molestar en demasía a muchos ciudadanos. Ciudadanos, hartos los unos del estruendo del botellón, los otros del coche que arde en la plazoleta cercana, y casi todos hartos de estirones, intimidaciones con jeringa y trasiego y consumo de estupefacientes. Los del partido gobernante en Madrid y Valencia, que es uno y el mismo, responderán al secretario mencionado que no hay para tanto, que España va bien y Valencia mejor, que bueno, que sí, que vamos, que aumenta la estadística de delitos y denuncias, pero que si la ley del menor, que si las mafias extranjeras y que si lo emigrantes, porque aquí nos parieron a todos angelicales.

Espinosa y delicada es esa marejada de la inseguridad ciudadana que nos sitúa a los valencianos en cabeza de la estadística de delitos y denuncias. Hasta ahora, y no sólo aquí, fue la derecha conservadora y tradicional quien hizo del tema estandarte electoral. El malestar social de ciudadanos inseguros lo tradujo en consignas de ley y orden, y ejemplaridad en los juzgados. Cuando esa derecha se mostró menos rígida o inoperante, apareció la extrema derecha que iba desde los escuadrones de la muerte latinoamericanos a los votos que arrastre el Frente Nacional de Le Pen en la verde Francia, o al triunfo electoral de ese tal Fortuyn en los comicios municipales de Rotterdam la semana pasada. En la izquierda tradicional, y no sólo en la de aquí, se pasó por el tema de la inseguridad ciudadana como sobre por ascuas. Si hay inseguridad, dijeron estos últimos, es porque determinadas circunstancias y males sociales la engendran y la hacen crecer: sin viento no suele alborotarse el mar; así pues, analicemos las causas de la inseguridad y solucionaremos el problema. Mientras seguían aumentando los botellones, estirones, antorchas automovilísticas y consumo de necias pastillas.

Espinoso y delicado es el tema ese de la inseguridad ciudadana. En determinados círculos de la izquierda resultaba hasta políticamente incorrecto hablar del mismo: el sambenito de quintacolumnista en la pureza ideológica de la izquierda estaba preparado. Por eso resulta novedoso que el PSPV-PSOE por boca de su secretario general, Joan Ignasi Pla, exija al partido gobernante de la derecha 2.000 agentes más de policía en el País Valenciano, para frenar trapicheos, mafias y estirones; que solicite incluso la creación de unidades especiales de uniformados para remediar la violencia de género o la que originan los menores; pide -y suscita con ello admiración- que los padres respondan responsablemente por los delitos de sus hijos menores. Estupendo. Ahora sólo falta que la derecha gobernante pare mientes en el control de la emigración sin cerrar puertas, en el desaguisado de un sistema escolar que tantas veces lleva a la antesala delictiva de la nada, en los valores sociales que vende en los medios de comunicación estatales que controla, y en otras minucias con importancia. En tal caso, el PP intentaría esquivar el viento que alborota el mar y el PSPV-PSOE, con sentido de la realidad, favorecería la construcción de diques, más policía y otras medidas sensatas, para protegernos del oleaje que origina el viento. Igual salíamos ganando.

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