El Madrid mide su fragilidad

El Oporto mide esta noche la capacidad del Madrid para sobreponerse a su propia crisis. Titubeante en la Liga, el equipo de Chamartín cayó en un pozo de impotencia en su última visita a Bilbao, el sábado. Sólo en el Bernabéu encuentra cierto remanso. En casa se ha garantizado la imbatibilidad en lo que va de temporada, y a su condición de anfitrión se agarra para hacer frente al equipo portugués en un momento de dudas. No estará Raúl, que intentó hasta el último momento superar una contractura muscular y no lo consiguió. La presencia del delantero habría ayudado a resolver un compromiso que Del Bosque considera fundamental. Porque el técnico dijo ayer que, dada la inminencia de la final de Copa y el declive mostrado en Liga, el equipo necesita la victoria. Tres puntos para archivar la Liga de Campeones y dedicarse a los asuntos más urgentes.

La tradición ampara al Madrid desde el primer enfrentamiento con el Oporto, en 1979. Desde entonces, el equipo portugués ha perdido en sus cuatro visitas al Santiago Bernabéu. Quizá por eso asumió su entrenador, José Mourinho, un papel de segundón cuando le preguntaron por la importancia del choque para sus intereses. 'Nuestros rivales directos son el Panatinaikos y el Spartak', sentenció; 'este partido no es decisivo para el Oporto'.

Mourinho, que conoce al Madrid a la perfección desde que ofició de ayudante de Van Gaal y Robson en el Barcelona, agregó que piensa acomodar el esquema táctico de su equipo al perfil del rival. 'Cuando perdemos el balón, tenemos que adaptarnos al juego del Real', dijo. Esto se puede traducir en la presencia de un doble pivote en el centro del campo, el dúo que formarían Costinha y el paraguayo Paredes, cuyo objetivo es cortar las líneas de pase de Zidane.

Más preocupados por averiguar las causas de su declive en la Liga que por el Oporto, algunos jugadores del Madrid apuntaron la necesidad de contrarrestar la presión con un cambio de estilo hacia el juego largo. 'El Athletic juntó las líneas, se adelantó, y a nosotros, que estamos acostumbrados a jugar en corto, nos costó mucho salir con el balón jugado', recordó ayer Roberto Carlos, en un intento de explicar las causas de la desastrosa primera parte del Madrid en San Mamés. Para salir de una situación que ya es recurrente, el brasileño propone un recurso que cada vez utiliza más: el balón largo. 'Cuando recibo el balón', explica, 'veo que todo el equipo contrario se mueve hacia mi banda. Y como no puedo driblar a cuatro, lo mejor es cambiar de frente, porque veo que Figo se queda solo'.

Poco académica y poco acorde con la historia del fútbol brasileño, la propuesta de Roberto Carlos es razonable en este Madrid. Según afirma un compañero suyo, con Zidane como falso extremo, Roberto Carlos se queda solo frente a los jugadores de banda del rival. Por eso no sube al ataque. Si Roberto Carlos anda cauteloso, el Oporto es el rival idóneo para mantener esta posición. Mourinho es partidario de los extremos -el veterano Capucho por la derecha, y el Sub 21 portugués Cándido Costa por la izquierda- y en la banda que defiende el brasileño jugarán Capucho e Ibarra. Este último saltó a la fama en el Boca Juniros y ha tardado en aclimatarse a Europa. En plena forma es capaz de progresar por la banda con criterio y mucha potencia.

Luiz Felipe Scolari, el seleccionador brasileño, estará esta noche en el Bernabéu para observar al jugador más determinante del Oporto, el media punta brasileño Deco, que lleva ocho goles en Liga.

Real Madrid: Casillas; Salgado, Hierro, Pavón, Roberto Carlos; Figo, Makelele, Helguera, Zidane; Guti y Morientes.

Oporto: Baía; Ibarra, Jorge Andrade, Silva, Soderstrom; Paredes, Costinha; Capucho, Deco, Cándido Costa; y Postiga.