_
_
_
_
Crónica:CIENCIA FICCIÓN
Crónica
Texto informativo con interpretación

Pacientes mesmerizados y magnetizados

CALIGARI, UN MISTERIOSO hiptonizador ambulante, exhibe y controla a un curioso individuo, Cesare, al que mantiene en estado de trance. En una de las sesiones, Cesare, que también posee dotes de predicción, responde a la pregunta '¿hasta cuándo viviré?', planteada por un joven del público: 'Hasta el amanecer'. La profecía se cumple y el muchacho es asesinado. Francis, un compañero suyo, sospecha que tras su muerte está Caligari. Al mismo tiempo, su novia es secuestrada.

Así arranca el emblemático filme El gabinete del Dr. Caligari (Das Kabinett des Dr. Caligari, 1919), de Robert Wiene. Referente del expresionismo alemán, con el que el cine fantástico adquiere la categoría de arte. Nacido como respuesta al impresionismo ('el arte del golpe de vista'), el expresionismo 'no mira: ve; no cuenta: vive; no reproduce: recrea; no encuentra: busca'. Decorados de inspiración cubista, planos inclinados y falsas perspectivas, tratamiento revolucionario de la luz y las sombras, conforman algunos de los elementos formales de este clásico, de mayor impacto incluso que sus implicaciones políticas. Todo ello aunque la idea original de la película (de la que debía encargarse Fritz Lang) resulte completamente desvirtuada.

Lo que debía ser una reflexión sobre la enajenación a la que conduce el poder (y una crítica de la actuación del Estado alemán que utilizó a sus súbditos durante la I Guerra Mundial como el hipnotizador Caligari utilizó a Cesare) se reduce a los desvaríos de un loco, ya que presenta a Francis como un demente que confunde a Caligari con el director del manicomio en que está internado. Pese a todo, una extraordinaria película que puede verse sintiendo como una extraña sensación te recorre la espalda.

La hipnosis, sinónimo de mesmerización, aparece asociada al médico alemán Franz Anton Mesmer (1734-1815). Éste había postulado la existencia de un fluido orgánico universal o fuerza magnética: el magnetismo animal, aprovechable para la terapia.

Según la doctrina mesmérica, las enfermedades producen perturbaciones en el equilibrio de esta fuerza. Sólo el médico magnetizador es capaz de extraer este fluido magnético de su cuerpo y transmitirlo mediante técnicas diversas (pases de imanes o imposición de manos) al paciente y restablecer así el equilibrio alterado.

En París, tras conocer el éxito y la fama, Mesmer se vio enfrentado en 1784 a una comisión nombrada por la Academia de Ciencias francesa para investigar las curaciones que pretendía haber realizado. Estaba presidida por Benjamin Franklin, por entonces embajador de Estados Unidos.

Las conclusiones fueron demoledoras: la supuesta eficacia del tratamiento de Mesmer no se debía al magnetismo animal, sino a la sugestión de los pacientes. Era en este estado de trance en el que caían muchos de ellos. Autores como E. T. A. Hoffmann, contemporáneo de Mesmer; Arthur Conan Doyle y Edgar Allan Poe emplearon profusamente estas ideas en sus obras de corte fantástico.

El escritor Poe, por ejemplo, en su cuento Revelación mesmérica (1844), plantea un diálogo entre un médico y un hombre mesmerizado en el que se hace eco de las habladurías de la época según las cuales los mesmerizados, como Cesare, podían sobrepasar el potencial de fuerza y percepción que tenían en estado de vigilia (ver por la nuca, percibir los órganos internos de los demás o comunicarse con los muertos, entre otras capacidades).

Si bien el estado hipnótico es aún hoy en día objeto de controversia, está claro que los individuos hipnotizados son incapaces de tales hazañas. Edgar Allan Poe dedica también el relato La verdad sobre el caso del Sr. Valdemar (1845), al mesmerismo. En éste, el protagonista hipnotiza a un moribundo para llevar a cabo un experimento: 'Hasta qué punto, o por cuánto tiempo, el proceso hipnótico sería capaz de detener la intrusión de la muerte.'

Frente a estos hipnotizadores que se mueven por objetivos científicos se contrapone el malvado Caligari, que usa su poder de influir en los demás, por lo menos tal como lo ve el desdichado Francis, para controlar a sus semejantes. Con la muerte de Mesmer, el magnetismo animal caería en el olvido en ámbitos médicos. No así en el turbulento mar del fraude y el curanderismo, donde se sigue abusando impunemente de estas ideas obsoletas (curas, aguas y pulseras magnéticas, autohipnosis, regresiones, etcétera).

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_