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Reportaje:FÚTBOL | Internacional

La adicción de los abuelos

Alex Ferguson, que había anunciado su retirada, da marcha atrásy seguirá en el banquillo del Manchester United, en el que lleva 15 años

Alex Ferguson, el entrenador del Manchester United, acaba de descubrir lo que medio mundo ya sabía. Que el fútbol es una adicción incurable. Su intento de dejarlo ha resultado ser tan lamentable como el de tantos fumadores que se imponen fechas límite para abandonar el tabaco, pero son incapaces de cumplirlas.

Hacía 18 meses que había anunciado que al final de esta temporada, cumplidos los 60 años, abandonaría el vicio. Su familia le había estado presionando. Estaban preocupados, explicó, por su salud. La semana pasada anunció que había cambiado de plan. Que quizás mejor se quedaba dos o tres años más. 'Me doy cuenta ahora', dijo Ferguson en una entrevista publicada ayer, 'que me equivoqué. Era demasiado pronto'.

¿Qué hizo que se le prendiera la lamparita? Por un lado, como muchos en Inglaterra han sugerido, debe de haber sido el ejemplo de su amigo Bobby Robson. El Abuelo, como le decían en Barcelona, está a punto de cumplir 69 años, pero sigue tan loco por el fútbol y tan desesperado por triunfar como el día, hace medio siglo, que emprendió su carrera profesional. Newcastle United, el equipo que entrena y del que fue aficionado en su niñez, va tercero en la Liga inglesa, a dos puntos del Manchester, primero.

Por otro lado, Ferguson debe de haberse preguntado algo así como 'aquí he creado un equipazo, lleno de jugadores que todavía no han llegado a la plenitud, ¿seré feliz dedicándome a la jardinería, de vez en cuando viéndolos por televisión, cuando ganen todo lo que hay que ganar en las proximas dos o tres temporadas?'. La respuesta, evidentemente, fue un rotundo 'no'.

Porque, tras un catástrofico comienzo de temporada, en la que perdió seis de los primeros quince partidos de Liga, el Manchester ha cosechado 33 puntos de unos posibles 36. La clave fue el retorno de Ryan Giggs. El galés, el jugador que más partidos ha disputado durante la época de Ferguson, se había perdido cinco de aquellas seis derrotas por lesión. Volvió a mediados de diciembre y su presencia en el campo tuvo el impacto de una carga de corriente eléctrica sobre el resto de sus compañeros.

Ruud van Nistelrooy, el delantero holandés que fichó para el Manchester en el verano, opinó el mes pasado que el mejor jugador del United -mejor que Beckham y Verón- era Giggs. No es ninguna sorpresa que lo haya dicho porque la penetración de Giggs -sus pases y la confusión que crea en las defensas rivales con sus regates- ha sido, más que otra cosa, lo que ha hecho brillar a Van Nistelrooy, el máximo goleador en Inglaterra esta temporada y, sin duda, el mejor fichaje de 2001.

Lo que sospecha Ferguson es que lo mejor puede estar por llegar. Lo que le hace falta para crear su dream team, mejor que cualquiera de los equipos que ha tenido a los largo de sus 15 años a la cabeza del Manchester, es fichar un par de defensas de élite. Ya se habla de Ayala (Valencia), y Nesta (Lazio). Pero ese sueño, por más trofeos que gane en los próximos tres meses, no lo va a poder hacer realidad hasta la temporada que viene.

Ferguson tardó en comprenderlo. Dice que sólo se le empezó a ocurrir en diciembre, que se había apresurado al anunciar su retiro tan pronto. Pero ahora lo que ha visto, con terrible claridad, es que permitir que otro entrenador completase el puzzle que él con tanto esmero había elaborado hubiera sido un disparate. No seguir en el banquillo de Old Trafford, abandonar el viejo hábito, es lo que hubiera sido desastroso para la salud del escocés; le hubiera roto el corazón.

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