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AJEDREZ

Ivanchuk también menosprecia a Ponomáriov

Corren tiempos duros para el nuevo campeón del mundo oficial, el ucranio Ruslan Ponomáriov, de 18 años. Su compatriota y adversario en la final, Vasili Ivanchuk, le considera "ridículo" y cree que "no pertenece a la élite". Hace menos de dos semanas, Gari Kaspárov escribió un largo artículo sobre ese duelo sin una sola palabra de elogio hacia Ponomáriov. Mientras tanto, el conflicto de éste con los organizadores de Linares sigue sin resolverse.

Ponomáriov fue, a los 14 años, el gran maestro más joven de la historia. Y ahora es el campeón absoluto más joven, tras perder una partida -frente al ruso Alexánder Morosiévich- de las 26 disputadas en el Mundial de Moscú. Entre esas dos hazañas, el ucranio nunca dejó de asombrar por su excelente juego y sus nervios de acero. Hace tiempo que ocupa el primer puesto en el escalafón sub 20. Ahora ha saltado al 7º de la lista mundial, y da la impresión de que su techo está más arriba.

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Entrevista completa (en inglés)

Sin embargo, todo eso vale poco para Kaspárov, quien atribuye la victoria de Ponomáriov en el Mundial al nuevo ritmo de juego implantado por la Federación Internacional (FIDE), más rápido que el anterior. Ivanchuk se destapa ahora en la misma línea: "[La final] fue una farsa. Muchas cosas me parecen ridículas ahora, incluido el campeón del mundo", responde el subcampeón a la primera pregunta de una entrevista recién publicada por el prestigioso diario ruso Sport-Express, y traducida ayer al inglés por el Club Kaspárov en Internet.

El ajedrez, un "juego de ruleta"

Al parecer, Ivanchuk ha descubierto ahora que el tiempo (el reloj) es un elemento deportivo importante en el ajedrez actual: "Cualquiera que entienda de ajedrez comprende que el resultado de casi la mitad de las partidas [de la final] no refleja la verdadera correlación de fuerzas de los contendientes. Más que ajedrez, parece un juego de ruleta, que ganó el más afortunado, no el más ingenioso. Los elementos del azar fueron decisivos en este duelo demasiadas veces".

Tras la sorprendente afirmación de que Ponomáriov "no pertenece a la élite", Ivanchuk señala dos razones para su derrota: "Él se convirtió en el rival más incómodo para mí. Una especie de bestia negra, de diablillo que saltó de una cajita. Por otro lado, subconscientemente, yo tenía que luchar no sólo por la corona, sino también para defender el título oficioso de mejor jugador ucranio, mientras él no tenía nada que perder como segundo jugador ucranio". Aunque ninguno de los dos se ha implicado activamente en la política de Ucrania, esa respuesta insinúa un reconocimiento implícito de que ambos son símbolos de las dos grandes comunidades de su país: la de honda raíz ucrania (Ivanchuk) y la de origen ruso (Ponomáriov).

Más adelante, la entrevista, que no tiene desperdicio, ofrece una contradicción con las respuestas mencionadas. Cuando el periodista, Nikita Kim, pregunta por otros factores influyentes, Ivanchuk contesta: "Mi victoria [en las semifinales] sobre [el indio Viswanathan] Anand, el campeón del año anterior, me hizo sentir como el nuevo campeón. Cuando volví a Lúov [en las dos semanas de intervalo antes de la final], la gente me agasajó como si lo fuera. Yo me di cuenta de que aún me faltaba un duelo duro contra un rival correoso, pero intenté apartar esa idea de mi mente. Era un sentimiento extraño, como si ya hubiese ganado la corona pero con la obligación de ganar otro duelo por la misma corona".

Ivanchuk recuerda una anécdota sucedida años atrás, cuando ambos disputaron una partida de damas: "Yo soy un experto en ese juego, y Ponomáriov era un novato (…). En un momento dado, cometí un error, y él pudo ganarme, aunque omitió la jugada clave. Sólo pensar que podía perder ante él me causaba pesadillas. Ese recuerdo acudió a mi mente durante el duelo de Moscú. El mero hecho de sentirme inferior a Ponomáriov en cualquier juego me horroriza. ¿Por qué jugué tan mal la primera partida? Simplemente, porque me creía incapaz de perder una partida ante él".

Más tarde, Ivanchuk también relaciona esa derrota con el búlgaro Véselin Topálov, 6º del mundo y analista de Ponomáriov. Éste anunció que le había contratado en una conferencia de prensa anterior, pero Ivanchuk creyó que no era cierto, sino un truco de guerra psicológica: "Entonces, durante la primera partida, me crucé accidentalmente con Topálov entre bastidores, y me di cuenta de que era verdad. Empecé a pensar sobre cómo se habrían entrenado, qué novedades habrían preparado contra mí. En consecuencia, mis pensamientos se fueron lejos de la partida, y pagué el precio".

A pesar de todo, Ivanchuk subraya que no tiene nada personal contra Ponomáriov: "Una vez fuimos juntos al cine, a ver Titanic. Nunca le deseé nada malo, y tampoco lo hago ahora. De hecho, me sentí mal al enterarme de que le había contagiado mi catarro durante el duelo [de Moscú]". Y revela un curioso diálogo entre ambos durante la ceremonia de clausura: "No me gustan nada las coronas de laurel porque me recuerdan a los funerales. Cuando se la pusieron a Ponomáriov como campeón, le pregunté cómo se sentía. Y me dijo que era muy agradable, que le producía euforia. Fue una sorpresa para mí".

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