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Los Juegos de la seguridad y la credibilidad

Salt Lake City busca el éxito absoluto como revancha por el escándalo de los sobornos a miembros del COI

Los que se llegaron a llamar Juegos del Soborno, tras desatarse el mayor escándalo de corrupción en la historia del olimpismo, se inaugurarán la próxima madrugada (3.00, hora peninsular española; La 2 y Eurosport) con la vocación del olvido y el cambio de imagen. Aunque los atentados terroristas del pasado 11 de septiembre en Nueva York han dejado el papel protagonista a la seguridad, Salt Lake City quiere ganar no sólo esa batalla, sino también la de la credibilidad. Es su gran revancha.

Toda la capital de Utah (Estados Unidos), con el empuje fundamental de su religión mayoritaria, la de Jesucristo de los Santos del Último Día, los mormones, está empeñada en que los Juegos sean un éxito. Por algo también se les denomina aquí los Molympics. Nunca en un acontecimiento deportivo, aunque con discreción, se había inmiscuido una iglesia de forma tan evidente. Desde el gobernador del Estado, Mike Leavitt, y el presidente del comité organizador, Mitt Romney, hasta la mayoría de los 24.000 voluntarios que trabajan gratis en todo tipo de puestos, son mormones. Romney, también voluntario, ha donado su sueldo de un año.

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El poder es el poder y, pese a que se han proyectado los Juegos más caros de la historia, con un presupuesto de casi 1.500 millones de euros, Salt Lake prevé unos beneficios aún mayores. 'No somos Atlanta', dice uno de los voluntarios, mormón, para demostrar que su organización no tendrá nada que ver con la del verano de 1996, superada por los acontecimientos, con atentado incluido y sin apenas implicación de sus habitantes.

Cuando el presidente del Gobierno estadounidense, George Bush, declare abiertos los Juegos en una ceremonia que contará con las habituales sorpresas y en la que actuarán, entre otros, Sting y el renombrado Coro Mormón, seguirá la incertidumbre sobre cualquier tipo de incidente hasta la clausura, el día 24. Incluso los indios utes, que dan nombre al estado de Utah, y otras tribus supervivientes, como los navajos, que llegaron a estas tierras antes que los mormones, no estarán en la apertura, molestos porque se les dijo que iba a ser el día de mayor amenaza terrorista y les pareció una disculpa para que no fueran.

1,15 millones de euros

Pero tampoco las competiciones, los nuevos héroes y las nuevas hazañas que empiezan hoy mismo con los saltos de clasificación del trampolín de 90 metros, podrán hacer olvidar que aún sigue el proceso judicial contra Dave Welch, antecesor de Romney, y Dave Johnson, su vicepresidente, también dimitido, acusados de sobornar a miembros del COI con 1,15 millones de euros para conseguir el triunfo de su candidatura el 12 de junio de 1995, en Birmin-gham.

El escándalo estalló en diciembre de 1998 y más de tres años después, el pasado 23 de enero, el Departamento de Justicia de Estados Unidos apeló en el tribunal de Denver la decisión de un juez de rechazar los 15 cargos de fraude y estafa contra Welch y Johnson. Como los abogados de ambos tienen 30 días para presentar sus alegaciones, difícilmente se producirá alguna decisión que pueda empañar los 16 días de gloria deportiva.

Curiosamente, Salt Lake no habría necesitado sobornar a nadie porque al cuarto intento ganó casi sin rivales. Incluso Jaca (Huesca), en lo que fue su primer envite, fue tan digna finalista como perfecta desconocida. Pero su sino ha sido ir de problema en problema. Cuando parecían haberse calmado las aguas, al menos ante el gran público, los atentados de Washington y Nueva York fueron un aviso en plena línea de flotación. Romney, un hombre de negocios de Boston, mormón de Harvard, el fichaje inmaculado para salvar el gran batacazo de la corrupción, ya dijo que renunciar a los Juegos habría sido inimaginable. Y, aunque el noruego Gerhard Heiberg, miembro del COI, nada menos que el sustituto del canadiense Richard Pound en las negociaciones de televisión, metió la pata y declaró precipitadamente que no se podían celebrar unos Juegos en un país en guerra, el director general, François Carrard, le desmintió antes incluso que el presidente, Jacques Rogge: 'Los Juegos sólo los puede parar una guerra mundial', sentenció.

Por las zonas de los Juegos se ven a veces más militares con traje de campaña que voluntarios. Romney ha declarado que la seguridad no colapsará los Juegos, pero eso sólo se podrá comprobar cuando estén en marcha. Por ejemplo, para la inauguración. Si se confirma, la tormenta de nieve que se anuncia será también la primera prueba de fuego para los transportes, la gran asignatura pendiente por aprobar en todas las grandes organizaciones.

Un saltador sobrevuela los aros olímpicos durante un entrenamiento desde el trampolín de 90 metros.
Un saltador sobrevuela los aros olímpicos durante un entrenamiento desde el trampolín de 90 metros.ASSOCIATED PRESS

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