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Reportaje:

Puertas traseras del Vaticano

Viaje de National Geographic y Canal + a los secretos de la nación más pequeña del mundo

Apenas 900 habitantes en 44 hectáreas de extensión, relaciones diplomáticas con 164 países, un monarca absolutista que se denomina Romano Pontífice y más de 4.000 ministros plenipotenciarios distribuidos por todo el mundo, llamados obispos, a cargo de unos mil millones de fieles. Un territorio hermético, impenetrable, semisecreto e inescrutable más allá de los espacios que casi a diario se ofrecen al visitante en ceremonias o puestas en escena de imponente y estudiada espectacularidad. Se trata del Vaticano, la nación más pequeña del mundo, pero también la más antigua y una de las más poderosas e intervencionistas, el lugar desde donde, en los últimos dos mil años, se alzó una poderosa religión, se lanzaron cruzadas y guerras, se celebraron santas y sangrientas inquisiciones y se nombraron o depusieron gobiernos, reyes y emperadores.

Si National Geographic ofrece un viaje por este territorio, uno de los más conocidos del planeta, y lo titula Los secretos del Vaticano (esta noche en Canal +, 23.32), el espectador tiene derecho a encontrar, lógicamente, algunas novedades, y así parece suceder en las primeras imágenes del documental, cuando las cámaras entran en la sastrería vaticana, en la armería y los barracones de la Guardia Suiza, en las salas donde monjitas franciscanas restauran un tapiz del renacentista Rafael y en los laboratorios donde se recuperan mármoles o pinturas, situados bajo los museos y las galerías de acceso público, además de en la imprenta, la sala de correos, el comedor de los pobres, los talleres del fotógrafo o en los jardines del interior de la muralla donde hace footing a diario la fornida muchachada de la seguridad papal.

El documental de National Geographic presume de haber entrado en el Vaticano por sus puertas traseras, hasta donde casi nadie ha podido alcanzar, y hace alguna exhibición de ese merecido privilegio, pero muy pronto su director y guionista, John Bredy, queda deslumbrado por lo más aparente y ritual: una ordenación de nueve obispos por el Papa, un desfile del Sumo Pontífice en cochecito por el interior de la basílica de San Pedro, imágenes de archivo del atentado que sufrió Wojtyla en la plaza de San Pedro y un recorrido por la historia pontifical, desde los papas más abyectos y corrompidos -Alejandro VI, León X, incluso Julio II-, hasta los más queridos, efímeros y duraderos -Juan XXIII, Juan Pablo I y el actual, Juan Pablo II, por este orden-.

Es lógico que la historia visible y conocida de un Estado cuyo inmenso poder se mide en almas, y que dista muchísimo de los humildes orígenes que predicaron el fundador Jesucristo y los dos apóstoles Pedro y Pablo -que se trasladaron a Roma para pelearse un futuro frente al Imperio Romano, sustituyéndolo algunos siglos más tarde-, acapare la atención del documental. La historia de la Iglesia da para eso, y para mucho más. Pero estábamos hablando del territorio vaticano, no de la religión que allí asentó sus imperios. Gran parte de ese territorio y de sus habitantes están cerrados al público. En el documental se enseña una porción, pero el espectador se queda con las ganas. En periodismo, como en casi todo, cuando se ofrece un pedazo, hay que darlo entero.

Juan Pablo II y algunos cardenales, en una capilla del Vaticano.
Juan Pablo II y algunos cardenales, en una capilla del Vaticano.ASSOCIATED PRESS

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