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Reportaje:Rastro Granada S. L. L. | INICIATIVAS

El encanto del objeto usado

Cuatro hermanas se asocian y abren el primer rastro al aire libre

Javier Arroyo

Un rastro es algo muy distinto de un mercadillo. Esa es la primera idea que quieren transmitir las hermanas Montes Neiro. Mientras que en un mercadillo cabe cualquier cosa en un rastro todo gira alrededor de los objetos usados, eso que ahora llamamos reciclaje. A partir de esta premisa, Maribel, María del Carmen, Inmaculada y Encarnación Montes Neiro, cuatro hermanas granadinas, han puesto en marcha Rastro Granada S. L. L., una empresa cuya finalidad es gestionar y poner en marcha el primer rastro de Granada.

Las hermanas Montes Neiro trabajan desde hace más de diez años en la venta ambulante de antigüedades, artesanía y objetos usados. Han vendido sus productos en la Costa del Sol y Sevilla. Sin embargo, nunca habían trabajado en su tierra, en Granada, una ciudad en la que abundan los mercadillos pero en la que no existía ningún rastro.

Desde el pasado 30 de diciembre del año pasado el popular barrio del Zaidín acoge cada domingo entre las ocho de la mañana y las tres de la tarde el primer rastro de la ciudad, con la peculiaridad de que no es un rastro público, convocado por el ayuntamiento, sino totalmente privado, gestionado por la empresa de las hermanas Montes Neiro y sobre un terreno alquilado y pagado por ellas en la calle Torres de Comares, junto al nuevo estadio de fútbol de los Cármenes. A la primera convocatoria acudieron alrededor de 30 comerciantes; semanas después, la oferta casi se ha triplicado.

La cuota que paga cada persona que se instala a vender sus productos es mínima, 10,82 euros (1.800 pesetas) por un puesto de seis por seis metros. La intención de las emprendedoras hermanas es conseguir un rastro que se convierta en sitio de paso obligado incluso para los turistas: 'Queremos que se convierta en una atracción más', dice Carmen, 'que sea tan bonito que acaben por incluirlo en los itinerarios turísticos de la ciudad'.

Por eso, una vez que se consiga una asistencia estable de vendedores la idea es volcarse en la calidad. Maribel relata cómo pretende conseguirlo: 'Queremos evitar la mezcla de lo nuevo con lo viejo y sólo admitiremos productos artesanos o de segunda mano. También queremos que los artesanos trabajen allí mientras venden sus productos'. Además, en los primeros domingos, el rastro ha contado incluso con una banda de música que, por ahora, han tenido que suprimir dado el coste.

Para la familia Montes Neiro, la iniciativa comenzó su andadura burocrática en noviembre del año 2000. A partir de ahí, poner en marcha la empresa que gestione un rastro ha llevado tantos papeles como cualquier otra empresa: plan de negocio, de viabilidad, etcétera.

Con todas las bendiciones burocráticas en su poder, sus pertenencias hipotecadas, numerosas cartas de apoyo de distintos concejales e institucionales locales y una moción del pleno del Ayuntamiento granadino que acuerda incluso 'participar a través del Instituto municipal de Formación y Empleo (IMFE), en esta iniciativa, mediante la prestación de asistencia técnica, seguimiento y funcionamiento', las hermanas Montes solicitaron permiso al Ayuntamiento para iniciar su actividad en la vía pública en octubre. Paradójicamente, les fue prohibido el uso de la vía pública. Sin amilanarse, recurrieron al descampado en alquiler.

Trabas administrativas aparte y con el rastro en marcha, la ilusión de las emprendedoras es ir más allá. Con una nave y una furgoneta o dos aseguran que podrían crear mucho empleo: 'Si nos ayudan, creamos más de 50 puestos de trabajo'. La idea es la siguiente: cada día, la empresa de recogida de basura les envía el listado de enseres que los granadinos dejan en la calle para que las recoja la basura. Con las furgonetas, recogerían lo reciclable y, en la nave organizarían distintos talleres para poner los muebles, electrodomésticos,... de nuevo, en perfecto orden de uso.

Luego, todo lo restaurado se pondría a la venta en el rastro. El círculo perfecto: los objetos de nuevo en uso, varias personas con un empleo y Granada con un rastro que es un atractivo para las mañanas dominicales.

Una actividad sin ley

Resulta llamativo, pero en Andalucía no hay una ley común a toda la comunidad que regule la instalación de rastros. La Ley de Comercio Ambulante de Andalucía deja fuera de su ámbito y en manos de la regulación propia de cada municipio 'el comercio tradicional de objetos usados' y 'la llamada venta artesanal de artículos de bisutería, cuero y similares '. En Granada tampoco existe esa normativa concreta por lo que, una de las luchas de Rastro Granada S.L.L. y sus propietarias es precisamente encontrar un marco legal en el que saber a qué atenerse. Por ello, la actividad de estas mujeres emprendedoras tiene dos partes bien diferenciadas durante el día: por la mañana, dicen, se calzan su traje de visitar oficinas y comienzan su peregrinaje burocráticos: ayuntamiento, abogados, asesores,... Por la tarde, se ponen su mono de trabajo y se dedican a la restauración de los objetos usados. Y el domingo, desde las siete de la mañana, a pie de obra, en el Zaidín, dándole vida al barrio, con su novedosa propuesta para la ciudad.

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