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Los vecinos rechazan por "blandas" las medidas del Gobierno contra el 'botellón'

Los residentes en las zonas afectadas estudian demandar al Ayuntamiento

Los vecinos y comerciantes del distrito Centro afectados por el fenómeno del botellón están en pie de guerra. Las medidas anunciadas el pasado viernes por el Gobierno regional -los que consuman alcohol en la calle serán sancionados con tareas sociales- no han frenado las reclamaciones de los residentes. Éstos exigen al Gobierno y al Ayuntamiento que hagan cumplir la normativa vigente. Además, estudian demandar al Ayuntamiento por 'daños y perjuicios'. Se apoyan en una sentencia reciente que ha ordenado al Consistorio de Sevilla que combata el botellón.

Cada fin de semana, medio millón de jóvenes practican el botellón en las calles, parques y plazas de la región. Casi la mitad escoge el distrito Centro de la capital para reunirse en grupos en torno a botellas de alcohol que compran en comercios cercanos a la zona. Allí beben, hablan y, algunos, se emborrachan. Muchos de ellos no acuden a las discotecas porque son muy caras, o entran en ellas cuando ya han bebido lo suficiente como para que las consumiciones en el local no les resulten onerosas. Pero los residentes de estos puntos de reunión -Chueca, plaza del Dos de Mayo, Santa Ana, Justicia, Ópera- aseguran que están 'más que hartos' de los ruidos, de la suciedad y de los conflictos que generan estas aglomeraciones. Ni siquiera el anuncio del Gobierno regional de que va a tomar medidas en el asunto ha conseguido frenar sus reclamaciones, que, aseguran, van a llegar hasta el Parlamento Europeo.

El presidente del Gobierno regional, Alberto Ruiz-Gallardón, afirmó el pasado viernes que quienes incumplan en el futuro la prohibición de consumir alcohol en la calle serán castigados con tareas que supongan un beneficio para la sociedad. Por ejemplo, quien ensucie la calle con restos de botellas y de vasos luego tendrá que limpiarlos. Ruiz-Gallardón hizo este anuncio tras reunirse con representantes sociales y políticos de la llamada mesa del botellón, impulsada por el defensor del menor, Pedro Núñez Morgades.

Los vecinos y comerciantes de Centro califican estas medidas de 'blandas', porque 'estudian las causas del alcoholismo, pero no las consecuencias'. 'Los vecinos tenemos miedo de salir a la calle por culpa del botellón', dicen.

Además, están estudiando demandar al Ayuntamiento por 'daños y perjuicios'. Recientemente, el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía ha ordenado al Ayuntamiento de Sevilla que adopte medidas para paliar los efectos de la movida juvenil. La sentencia admitía la demanda que interpuso contra el Consistorio sevillano en 1997 una asociación de vecinos de la ciudad.

Los residentes y comerciantes que, según ellos, más sufren las consecuencias del consumo de alcohol en la calle son los de la plaza del Dos de Mayo. En la madrugada del pasado viernes, dos dotaciones de agentes de la Unidad de Intervención Policial (antidisturbios) tuvo que sacar escoltado a un equipo de Telemadrid que había ido allí a rodar un reportaje. Los periodistas se subieron a un tercer piso para tomar imágenes. Cuando un grupo de jóvenes les descubrió, empezó a insultarles y a tirarles botellas. Cuando los antidisturbios llegaron en dos furgonetas para llevarse a los periodistas, varios vecinos empezaron a aporrear los cristales gritando: '¡No os vayáis, no os vayáis, que ahora vienen a por nosotros!'.

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El incidente de ayer no es el primero que presencian los residentes de la plaza del Dos de Mayo. En noviembre pasado la plaza fue escenario de una batalla campal entre varios grupos de jóvenes que habían encendido hogueras y policías nacionales y municipales. Por culpa de estos altercados, los comerciantes del barrio aseguran que en los últimos meses los beneficios de sus negocios han bajado hasta un 40%. 'El problema de esta plaza es que nos ha tocado el botellón más tirado. Son gentuza que mea en las esquinas, se mete en los portales a tener relaciones sexuales, insulta a los vecinos y se pelea. Es inaguantable y estamos perdiendo negocio', asegura María del Río, que tiene un comercio en el barrio. Para José Luis Salazar, presidente de la Asociación de Bares de Copas de Madrid, los negocios -en su mayoría regentados por chinos- que venden alcohol a los jóvenes 'hacen competencia desleal a los bares, que se están quedando sin clientes'.

IU y PSOE aseguran que la solución a los problemas del botellón tiene que pasar por que se cumpla la normativa vigente. 'Tenemos ordenanzas contra el ruido, la venta ilegal de alcohol y el vandalismo. La cosa está en que el Ayuntamiento las haga cumplir', denuncia Ángel Lara, concejal de IU. 'Centro es un lugar inhabitable por culpa del botellón, y es inadmisible que la gente no pueda salir con tranquilidad a la calle', concluye la edil socialista Silvia Escobar.

Los residentes de los barrios afectados han organizado para hoy como protesta un botellón a la una de la tarde en la plaza de la Villa.

'No vamos a tomar naranjada'

Topete tiene 16 años y se declara 'anarquista, antifacha y en contra de cualquier sistema'. Lleva un gorro negro que le cubre hasta las orejas y una cazadora con una chapa enorme con una cruz esvástica tachada. En una mano tiene una botella de litro de cerveza (litrona) y con la otra intenta liarse un porro. Este chaval es uno de los cientos de jóvenes que ayer por la tarde empezaron a tomar la plaza del Dos de Mayo para practicar el botellón. Son anarquistas, punkis, skin, arperos, rastas, siniestros, y la mayoría no comprende por qué los vecinos 'están tan mosqueados'. A cualquiera que se le pregunte por los conflictos que hay en la plaza, le echa la culpa a los miembros de las otras tribus: los anarquistas dicen que los problemas vienen cuando aparecen los fachas; los skin acusan a los punkis; éstos afirman que 'pasan de todo', y los rastas se limitan a sonreír y a aporrear los bongos. 'Que pesadez con que somos violentos y molestamos a la gente; estamos aquí para divertirnos, no para pegar a las viejas', afirma una chica vestida con una minifalda y unas botas militares. Lo que todos tienen claro es que, si les echan del Dos del Mayo, se buscarán otro lugar para practicar el botellón. 'Lo que no vamos a hacer es meternos en un bar y que nos claven por una copa', explica Twiggy, un chaval que se autodenomina siniestro y que va vestido con un quimono negro hasta los pies y los labios y los ojos pintados de marrón. 'Están de broma si piensan que vamos a hacer eso que nos proponen de meternos en un polideportivo a beber narajanda y a jugar al fútbol', comenta otro chaval, mientras muestra una china de hachís. 'Allí no puedes encontrar ésto, no es bueno, pero me ha costado dos talegos', susurra. Empieza a anochecer y la plaza del Dos de Mayo ya se ha con vertido en un hormiguero de gente. Los jóvenes intentan colarse en los bares para meterse en el servicio. Algunos, si no lo consiguen, buscan otro retrete: las esquinas de las calles.

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