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Reportaje:

Un Tour sin montañas ni azafatas

Eddy Merckx convenció a los dirigentes de Qatar para acoger, desde ayer, a los mejores ciclistas en la primera carrera del Golfo

Carlos Arribas

Para aquellos que pensaban que era imposible organizar una carrera ciclista sin misses en la salida y sin azafatas en el podio he ahí una refutación: ayer, en una carrera de primer nivel, con cracks como Laurent Jalabert y Jan Ullrich entre los participantes, al ganador, el potente sprinter italiano Ivan Quaranta, no le entregaron los trofeos correspondientes, ni le vistieron con los maillots oro y plata, las guapas correspondientes, sino un serio y barbudo jeque árabe. Nadie se rasgó las vestiduras. Bienvenidos al Tour de Qatar, al ciclismo global del siglo XXI, al último invento de los organizadores europeos para conquistar mercado en países sin tradición ciclista. Mientras, algunas carreras de gran tradición, como la París-Niza, corren peligro de desaparecer por falta de patrocinio.

En Qatar, emirato del golfo pérsico, país artificial regado por el petróleo, nada es imposible. O casi nada. Tienen campos de golf, oasis en el desierto, donde se celebra un torneo del circuito europeo; también tienen pistas de tenis y organizan un torneo de la ATP. Proyectan construir un circuito de automovilismo para celebrar carreras de fórmula 1 y en 2006 organizarán los Juegos Asiáticos, pero lo que nunca conseguirán jeques y emires de Qatar, por mucho petróleo que siga manando de sus tierras, será un Tourmalet, o un puerto digno de una carrera ciclista. Así, se han dejado convencer por Eddy Merckx, gran vendedor, de lo bonito que sería organizar su propio Tour; han logrado que el único y verdadero Tour, el Tour de Francia les monte la carrera, con sus vallas, sus podios, sus comisario, su savoir faire, sin azafatas, pero no han podido evitar que las cinco etapas previstas (desde ayer hasta el viernes) sean todas llanas, lisas, a posta para velocistas. Tan regulares como la temperatura, veintipocos grados.

Los 120 participantes, más jueces, publicitarios, chóferes, organizadores, directores, mecánicos y demás pasarán cinco días en el mismo hotel, en el mejor de Qatar, el Sheraton de Doha, en el paseo marítimo. Llevarán una vida regalada en jaula de oro. A escasos metros de la llegada de todas las etapas, en la misma recta.

A diferencia del Tour de Burkina Fasso, otra carrera exótica organizada por el Tour en la que, envueltos en pobreza corren africanos y europeos de tercer nivel, la participación en Qatar es de alto nivel y toda europea. Quince equipos, entre ellos el Telekom o el CSC-Tiscali de Jalabert, amigos del Tour. También están, más bien forzados, otros equipos que aún no tienen la invitación para el Tour bueno y que saben que una buena disposición hacia los proyectos globales de los organizadores puede decidir en caso de duda. Y todo ello para el disfrute de unos pocos. 'Como mucho, 30 en la meta', dice Martín Perdiguero, un madrileño rapidillo que fue quinto ayer y que llegó 'flipando'. 'Se nos ha cruzado un camello', dijo. Y alucinó.

El presidente de la federación de ciclismo de Qatar, en el podio con Qaranta.
El presidente de la federación de ciclismo de Qatar, en el podio con Qaranta.AP

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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