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Reportaje:

Incendios a vista de satélite

El sistema Fuego vigilará los bosques mediterráneos de Europa

El objetivo de Fuego, que es como se ha bautizado al sistema, es contribuir a la lucha contra la lacra de los incendios forestales que amenazan con acabar con buena parte de los bosques de España, Francia, Italia, Portugal y Grecia.

'Puede detectar pequeños incendios de 50 metros cuadrados, lo que equivale a focos que lleven activos tan sólo dos minutos, y es capaz de posicionarlos con una precisión de 200 metros. Más que enviar imágenes, lo que hace el sistema es activar alarmas en los servicios de emergencia, con un tiempo medio de detección de 15 minutos', cuenta Ignacio F. Tourné, director de nuevos negocios de la empresa de ingeniería y servicios aeroespaciales Insa.

La aportación de Fuego radica, según el directivo, en la precisión y rapidez de la detección, 'que son insólitas', y en que el sistema esté concebido específicamente para este cometido. 'Hay satélites', añade, 'dedicados a otras tareas que se emplean también en el seguimiento de incendios, pero sólo son eficaces cuando éstos alcanzan grandes proporciones y los servicios de emergencia ya trabajan en su extinción'.

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Consorcio internacional

El programa Fuego nació hace cinco años ante la preocupación por la quema de los bosques españoles que cada verano asola el país, y también de la búsqueda de nuevas aplicaciones de los satélites surgida a raíz de la construcción del Minisat, el primer satélite construido por la industria nacional. Esta idea se plasmó en 1996 con la formación de un consorcio internacional de empresas aeroespaciales liderado por Ingeniería y Servicios Aeroespaciales, SA (Insa), sociedad dependiente del Instituto Nacional de Técnicas Aeroespaciales (INTA), y dependiente a su vez del Ministerio de Defensa.

De este consorcio forman parte Alcatel Space y SEMA Group de Francia, Officine Galileo de Italia, la Agencia Aerospacial Alemana (DLR) y, por parte española, Sener, GMV y EADS-CASA.

En el proyecto han participado, además, universidades y centros de investigación de diversos países europeos como las universidades de Valladolid, la Politécnica y Carlos III de Madrid, Alcalá de Henares, Tesalónica y Calabria. La aportación española en Fuego supone el 40% del total del programa.

'España nunca ha liderado un proyecto propio de la ESA, y menos aún en el que se alcance una participación tan elevada', afirma Tourné.

El consejo de administración de la ESA, en su última reunión celebrada en Edimburgo en el pasado mes de noviembre, aprobó el desembolso inicial de nueve millones de euros (cerca de 1.500 millones de pesetas) para la construcción y lanzamiento del primer satélite de la constelación, así como la instalación de los centros de control en tierra, uno de los cuales se situará en Villafranca del Castillo (Madrid) y otro, por razones técnicas de cobertura, en Estados Unidos.

'Con este primer satélite se probará la eficacia y viabilidad de todo el sistema. Una vez validado, se construirán y lanzarán los 11 restantes, un trabajo que casi con absoluta seguridad llevará a cabo CASA', concluye el directivo. Estos minisatélites, cada uno con un volumen cercano al metro cúbico, se situarán a una altura de 700 kilómetros sobre la superficie de la Tierra.

Está previsto que el primero se ponga en órbita en el año 2005 y que todo el sistema esté operativo en 2007. El coste total estimado de Fuego es de 60 millones de euros (unos 10.000 millones de pesetas), una cantidad que se deberá financiar con fondos públicos y privados.

Explotación comercial

Un aspecto importante de Fuego es la explotación comercial de sus servicios, que se podrán vender no sólo a los países de la cuenca mediterránea, sino también a EE UU, Chile, Argentina y Australia. La información que genere se enviará directamente desde los satélites a los organismos implicados en la lucha contra incendios, con datos relativos al punto en el que se ha producido la alarma, la intensidad del incendio y su peligrosidad en función de las características del entorno y condiciones meteorológicas. También será eficaz para el seguimiento de grandes frentes con una línea de fuego de 35 metros de definición. Otras aplicaciones posibles están relacionadas con la vulcanología o los estudios de cambio climático. Insa se creó en 1992 para proporcionar servicios técnicos en campos de tecnología punta como estaciones de seguimiento y adquisición de datos procedentes de satélites. De esta sociedad pública dependen las estaciones españolas de seguimiento de satélites, como Robledo de Chavela o Villafranca, utilizadas conjuntamente por la NASA y la ESA. Cuenta con 300 empleados y tiene una cifra de negocio anual de 3.000 millones de pesetas (más de 18 millones de euros).

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