El Madrid avanza a toda máquina
Morientes protagoniza con sus goles una sencilla victoria ante el Rayo Vallecano
El Madrid comienza a establecer diferencias donde debe. Pasó por Vallecas y se llevó la victoria sin mayores dificultades, con la contundencia de los equipos engrasados. No le faltó su habitual punto de dejadez, error que permitió al Rayo hacerse alguna ilusión en medio de la derrota, pero algo ha cambiado en el Madrid: venció en uno de esos partidos que solía perder antes de que su entrenador encontrara la alineación perfecta. Por encima de algunas distracciones marcó exactamente la diferencia que le separa del Rayo. Y hasta se encontró con dos buenas noticias: Morientes ha recuperado su alma de delantero centro y Figo apuntó progresos sobre sus partidos anteriores. Pareció más ligero, más suelto, más picante. Con casi todas las piezas en orden, al Madrid le ha bastado apenas un mes para salir de una crisis sin apenas precedentes en su historia y regresar al primer vagón del campeonato.
RAYO VALLECANO 0| REAL MADRID 3
Rayo Vallecano: Lopetegui; Corino, De Quintana, Hernández, Graff; Míchel, Quevedo (Azkoitia, m. 76), Helder, Baljic; Bolo (Glaucio, m. 60) y Bolic. Real Madrid: Casillas; Salgado (Geremi, m. 88), Hierro, Pavón, Roberto Carlos; Figo, Makelele, Zidane (Guti, m. 82) Helguera; Raúl y Morientes. Goles: 0-1. M. 1. Centro de Figo que Morientes cabecea en el segundo palo. Raúl llega por el lado contrario y empuja la pelota a la red. 0-2. M. 27. Error de Míchel y Helder que aprovecha Morientes para superar a Lopetegui. 0-3. M. 67. Corino entrega la pelota a Raúl. Morientes recibe el pase y rebasa a Lopetegui y Corino. Árbitro: Carmona. Amonestó a Graff, Pavón y Makelele. Unos 15.000 espectadores en Vallecas.
Más que partido hubo una sucesión de ocasiones en las dos áreas. Por cada tres del Madrid llegaba una del Rayo. Incluso en este aspecto se observó la diferencia entre los equipos: el Rayo no aprovechó ninguna. A falta de juego, su plan pasaba por llegar con la máxima rapidez al área de Casillas, sin atender al fútbol en el medio campo. Las reducidas dimensiones de Vallecas invitan a prescindir de la elaboración en favor del juego largo. De eso hablaba la alineación del Rayo, con Bolic y Bolo, dos delanteros centro a la antigua, y otros dos especialistas para cruzar balones al área. Eran Baljic y Míchel, dos zurdos que le pegan bien al balón. El partido diría más tarde que al Rayo le convenía más un regateador capaz de inquietar a los defensas del Madrid. Un habilidoso como Glaucio, que hizo alguna avería en el segundo tiempo. Pero Glaucio llegó tarde: el Madrid había marcado dos goles.
Varias de las numerosas oportunidades del Madrid fueron producto de la categoría de sus jugadores. En cada una de las apariciones de Zidane, Figo, Raúl o Roberto Carlos se notaba la rotundidad de los grandes futbolistas. Con un pase, un regate o una carrera provocaban el caos en el Rayo. Algo así ocurrió en la primera jugada: Figo se escapó por la derecha, como en sus mejores días, y puso el balón en el segundo palo, por donde surgió Morientes, que se impuso a los centrales y cabeceó el centro. Por si acaso, Raúl hizo lo de siempre. Llegó sigiloso por el lado contrario y dejó la pelota en la red.
Bolic tuvo alguna oportunidad en el primer tiempo, pero el Madrid manejaba aquello con demasiada facilidad. A pesar de las estrecheces del campo, Zidane encontraba espacio para tirar pases y conectar con la gente. Sin hacer un partido extraordinario, dio cuenta de su clase y de grado de su implicación con el equipo. Y del equipo con él. Se terminaron los recelos entre las dos partes. Ahora mismo, Zidane es capitán general en el Madrid. Ése es otro de los evidentes progresos del equipo. Más o menos, cada cual sabe su función y la cumple con eficacia. Parecen olvidados los tiempos en que el equipo era ingobernable porque todo el mundo tomaba decisiones por su cuenta. Ahora el Madrid sabe a lo que juega y lo hace con armonía. Y los rivales lo sufren.
El Rayo pasó muy malos ratos en el primer tiempo. Si tuvo algún mérito, fue su voluntad para no derrumbarse tras el segundo gol del Madrid. Lo marcó Morientes, pero le ayudaron los rayistas Míchel y Helder, que se enredaron y le dieron un pase de gol.
Como le suele ocurrir, al Madrid le dio un ataque de suficiencia y sesteó durante un buen rato. Permitió un par de remates envenenados de Bolic y se apuró frente al habilidoso Glaucio. Un gol del Rayo hubiera provocado grandes complicaciones al Madrid, pero la realidad es que Casillas apenas tuvo que estirarse en todo el partido. Por si acaso, Morientes cerró el debate con el tercer gol. Recibió la inestimable ayuda de Corino, que entregó la pelota a Raúl ante el estupor de la hinchada local. Raúl la entregó a Morientes, que amagó ante Lopetegui y después ante Corino. A los dos se les fue la cadera y no pudieron evitar el tanto. Es curioso el efecto letal de los amagues en el área y lo poco que lo practican los delanteros. El resto del encuentro quedó a beneficio de inventario. Se sabía el veredicto y también se supo que el Madrid ha encontrado alineación, juego y resultados.
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