Ávila

El chateo

Además de los numerosos restaurantes, antes de la comida hay que cumplir con el rito del chateo por los bares, del centro o de los barrios, que constituye un regalo al paladar con una peculiaridad especial: la caña de cerveza o el chato de vino llevan incluido en el precio (de 125 a 175 pesetas) un generoso aperitivo. Tapas de callos, picadillo, higaditos o patatas revolconas, entre otras, son un rico ejemplo gastronómico. Como muestra, los numerosos bares de la zona sur de la ciudad, los situados en torno al Mercado Chico (en el centro), como El Palomar (Vara del Rey, 5), o los del barrio norte, como El Sol (Vasco de Quiroga, 1). Ambos ganadores del concurso anual de tapas con, respectivamente, un combinado de bonito, pimiento, boquerón y anchoa, y un original espárrago rebozado.

La mejor vista

Decir Ávila es decir muralla, y, por tanto, obligado es subir a este monumento medieval, del que puede recorrerse ya casi la mitad de su perímetro (2,5 kilómetros). Arriba, todo es un amplio mirador, y hacia todos los puntos, con vistas a callejas, palacios e iglesias.

Una exposición

Los orígenes celtas de la península Ibérica y los de los vetones en tierras de Ávila se muestran en 350 piezas cedidas por museos europeos y españoles en la exposición Celtas y vetones, que se exhibe en el Torreón de los Guzmanes y en Santo Tomé el Viejo hasta el 9 de diciembre. El recorrido puede ampliarse con excursiones a los ricos castros de la provincia (Las Cogotas, Ulaca, Mesa de Miranda, El Raso) y los Toros de Guisando.