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Columna
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Queréllame otra vez

Dudando estuve si llamar a esta columna ¡pero qué pasa en Cai!, o como al final ha quedado. Las tribulaciones del columnista, aunque cueste creerlo, no son muchas veces ni éticas ni metafísicas, sino más bien semánticas. ¿Cómo resolver, por ejemplo, entre esas dos maneras de aproximarse al chorreón de querellas que el PP de Cádiz y provincia anda pregonando contra todo político que se mueva? Imposible. Al final, no hay más remedio que elegir, y sin un fundamento claro. ¿Pues por qué, desde que me puse a maquinar esta columna, me rondará por el oído interior el estribillo de esa canción tardomasoquista, Devórame otra vez, devórame otra vez´? ¿Qué tendrán que ver Lalo Rodríguez o Azúcar Moreno con las impetuosas demandas de Teo Martínez y el pendenciero Arenín?

Lo primero que pensé, a propósito de sus mil querellas, fue si por ventura no se habría adelantado este año el carnaval gaditano, o un anticipo a guisa de mascarada populera. Y por ahí seguramente se coló de rondón, buscando el fácil paralelismo con la salsa latina, lo de queréllame otra vez/ devórame otra vez... Segundo, me puse a cavilar en cuántas maneras codificadas tiene ya el idioma para referirse a estas bravuconadas de barrio: 'Perro ladrador, poco mordedor', 'por la boca muere el pez', '¡que viene el lobo!', etcétera. La sabiduría popular, la auténtica, tiene más que vistos a estos estilistas del amago, a los que al final les ha salido a flote, cosas de Freud, aquello tan carpetovetónico del 'usted no sabe con quién está hablando'. Claro, acostumbrados a mandar y a que sus tristes comparsas les rían no se sabe qué, no conciben que la gente piense, y encima critique como mejor le parezca sus sueldos de escándalo, sus amistades peligrosas con el GIL, sus tramas indochinas, sus afinidades con Rato, Gescartera, sus zonas franca (¿será otro lapsus?)... Buenos son los gaditanos para que les amenacen de ojana, y buenos están los jueces para apuntarse a cualquier chirigota.

Cómo se estará poniendo esto de las falsas querellas del PP (36 para ser exactos; ninguna llegó a buen puerto), que ya se cruzan apuestas entre los presuntos damnificados y hay como una especie de competición liguera entre ellos. Pues yo ya tengo siete, proclama eufórico Julio Braña, el portavoz del PA en el Ayuntamiento de Cádiz. Pues yo, seis, esgrime orgulloso Juan Ortuño, del PSOE, especialmente favorecido por la alcaldesa Martínez. Zarrías y Caballos andan empatados, y como entre ellos hay además una particular liguilla, pues ahora se trata de ver quién recibe más supuestos litigios de Arenín, tratando de seducirlo cada cual, ya saben cómo : 'Queréllame otra vez, queréllame otra vez...'. Me han dicho que Javier Torres Vela, aunque el hombre no es muy dado a cuchuflainas, anda pensándose una condecoración que puedan lucir en la solapa los políticos andaluces, por cada querella del PP, con distintivos: marrón-marrón, desestimada. Azul cielo gaviotas, tramitada. Amarillo deslucido, archivada. Simplemente lila, simplemente anunciada. En fin, no sé si se me habrá notado mucho que yo también quiero que me quieran, o por lo menos que me querellen. Caramba.

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