Aznar bis

Álvarez Cascos tiene razón: Aznar debería romper su promesa y presentarse a las elecciones. No creo que tengamos los mismos puntos de vista: imagino que 'Paco Cascos' lo dice para destruir las esperanzas de los otros candidatos (él no lo puede ser: es demasiado tosco, y un poco cómico) y que sólo Aznar puede ganar otra vez. Yo, si pienso con mi bondad característica en materia de política, creo que es la mejor posibilidad para el PP, y que cuanto antes lo aclare Aznar, antes acabará con las roturas internas y los nuevos odios y envidias de los aspirantes entre sí, que están dificultando la posibilidad de gobernar. Con algún matiz a mi bondad, me gustaría que el que perdiese las elecciones fuera él, Aznar en carne y hueso, y no otro. Mi intuición femenina dice que su partido las perderá. Se ha desprestigiado durante este segundo mandato, y no creo que llegue al tercero. Ni con mayoría minoritaria que le hiciera esclavo del nuevo grupo catalán (adiós, Pujol).

Creo que el mejor sucesor de Aznar, el que adopta su pensamiento pero con un estilo más limpio, más bonito, es Zapatero; me extrañaría que, entre los dos, la gente no prefiriese a Zapatero. Otros candidatos de la derecha no tendrían posibilidades, y uno de la izquierda es imposible: no se dan en la vida real. Rato se ha caído, o le han caído; Mayor Oreja ha perdido su carrera por un error estúpido; Rajoy gusta más, pero es que el pueblo apoya al ministro del antiterrorismo; las chicas lo hacen mal, y las conversas tienen el problema de querer ser más de derechas de lo posible. Se piensa en Arenas, se ha quemado mucho al llevar la oposición a la oposición. No sé, no los veo con porvenir, y aunque el de Aznar es aciago para nosotros, es el único que puede intentarlo.

('Mandato' no es una palabra tan dura como parece: es el tiempo durante el cual ocupa el puesto el que tiene el mandato del pueblo para representarle, el mandado. Pero antes esta gente empezaba sus bandos con las palabras 'ordeno y mando': una redundancia, como suelen serlo las expresiones del poder. Eran los militares y otros absolutistas. Me daban ímpetu de rebeldía, que fortaleció impulsivamente el ideario o el pensamiento (el imaginario, se dice ahora) del tipo de los que se castigan, generalmente con otro bando: el 'bandido', 'forajido'; fora-exido, que se sale fuera de la sociedad del orden, del mando y del bando).